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Сorsarios y los piratas del puerto de Guayaquil


Enviado por   •  28 de Octubre de 2013  •  Informes  •  366 Palabras (2 Páginas)  •  287 Visitas

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Sobre los ataques y las sorpresas al puerto de Guayaquil, que durante el período colonial llevaron a cabo corsarios y piratas, se ha escrito bastante y desbarrado más, confundiéndose lastimosamente el número de invasiones, sus resultados, los años y fechas que tuvieron lugar, los nombres de los defensores de la plaza y de los jefes asaltantes.

Hay quienes hacen llegar a Guayaquil a casi todos los aventureros que pasearon sus velas por el Pacífico. Y nos hablan, de Drake, quien nunca estuvo en Guayaquil y solo se detuvo en la isla de La Plata para repartir el botín que había hecho frente a las costas de Chile y Perú (1578) y de Ricardo Achines que viniendo del Estrecho, no alcanzó nuestras aguas...”

Así las cosas, resulta que Guayaquil, a pesar de haber sufrido varios ataques por parte de piratas y filibusteros que merodeaban por los puertos de esta parte del Pacífico, pudo salvarse -gracias a Dios y a su “buena suerte”- de sufrir la presencia de los terribles y sanguinarios Harris, Coxon, Swakins y Sharp; y de los corsos Drake y Morgan quienes, al servicio de su majestad Británica, asolaron las colonias y atacaron a las naves españolas para arrebatarles sus riquezas.

Pero si bien es cierto que ni Sir Francis Drake ni ninguno de los nombrados anteriormente nos “visitó”, Guayaquil no pudo evitar la presencia de otros corsarios y piratas como el inglés Cavendish, quien en 1587 al intentar asaltar la ciudad fue repelido valerosamente por los guayaquileños, y del holandés Jacob L’Hermite, quien en 1624 propició dos sangrientos ataques a nuestra ciudad.

Afortunadamente las autoridades conocieron anticipadamente la presencia en nuestras aguas de la escuadra de L’Hermite, y gracias a las precauciones dispuestas por el Corregidor don Diego de Portugal -quien ordenó que todas las joyas y objetos de valor fueran sacados de las iglesias, casas y almacenes, y llevados a un lugar apartado y seguro, junto con las mujeres y los niños- la ciudad pudo ser defendida heroicamente por los guayaquileños que, aunque sufrieron terribles pérdidas en vidas humanas, rechazaron a los invasores obligándolos a abandonar las aguas del golfo. Lamentablemente gran parte de la ciudad fue destruida por incendios provocados por los invasores.

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