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ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

ellaesreaderxD24 de Mayo de 2015

697 Palabras (3 Páginas)304 Visitas

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Escrito en 1865, es un clásico no sólo de la literatura juvenil, sino de la literatura en general. Popularizado por las decenas de versiones que de él se han llevado a cabo, el relato que el reverendo Charles Dodgson, verdadero nombre de LEWIS CARROLL, escribiera para la niña Alicia Liddell, de diez años, es un delicioso entramado de situaciones verosímiles y absurdas, metamorfosis insólitas de seres y ambientes, juegos con el lenguaje y con la lógica y asociaciones oníricas que hacen de él un libro inolvidable.

“-¡Oh, mis pobrecitos pies! ¡Me pregunto quién os pondrá ahora vuestros zapatos y vuestros calcetines! ¡Seguro que yo no podré hacerlo! Voy a estar demasiado lejos para ocuparme personalmente de vosotros. tendréis que arreglároslas como podáis... Pero voy a tener que ser amable con ellos - pensó Alicia -, ¡o a lo mejor no querrán llevarme en la dirección en que yo quiera ir! Veamos... les regalaré un par de zapatos nuevos todas las Navidades.Tendrán que ir por correo. ¡Y qué gracioso será esto de mandarse regalos a los propios pies! ¡Y qué chocante va a resultar la dirección!”

Dudo que sea necesario explicar de qué trata Alicia en el País de las Maravillas, pues es uno de esos libros que aunque no hayas leído, sabes de qué va y hasta cómo termina. Así que os ahorraré formalismos innecesarios y el escribir por escribir e iré directamente al grano.

Alicia en el País de las Maravillas es un libro raro. Porque es raro. Y ahí reside su magia. Carroll lo escribió en una época en la que todos los libros infantiles tenían que llevar consigo sí o sí moraleja. Y él desafió esa moralidad, bastante discutible, creando a Alicia; que no es más que un nonsense con mucho sentido. Alicia es, básicamente, la locura gobernada por la lógica; la moraleja que se ha escondido, la genialidad encerrada en la simplicidad. Alicia le da la vuelta al mundo, entrando en el País de las Maravillas donde los adultos se comportan como niños, los animales hablan y las palabras pueden meterte en un buen lío.

Todos los personajes son igual de especiales y raros, desde el Conejo pasando por la Oruga sin olvidarnos del Sombrerero y acabando por la Reina. Todos y cada uno de ellos se te meten en las entrañas y pueden gustarte más o menos, pero es poco probable que los olvides.

A Carroll le encantaba el hablar por hablar, sin tener que decir nada, como forma de ocio. Le encantaban las palabras –las palabras "maleta, especialmente- y se divertía jugando con ellas, dándoles otro sentido y haciendo de ellas una locura. Y eso se palpa en el libro, en cada página, en cada dialogo.

-De nada sirve llamar -dijo el lacayo-, y por dos razones. Primera, porque yo estoy del mismo lado de la puerta que tú; segunda, porque están armando tal ruido dentro de la casa que es imposible que te oigan.

Y efectivamente del interior de la casa salía un ruido espantoso: aullidos, estornudos y de vez en cuando un estrepitoso golpe, como si un plato o una olla se hubiera roto en mil pedazos.

-Dígame entonces, por favor -preguntó Alicia-, qué tengo que hacer para entrar.

-Llamar a la puerta serviría de algo -siguió el lacayo sin escucharla-, si tuviéramos la puerta entre nosotros dos. Por ejemplo, si tú estuvieras dentro, podrías llamar, y yo podría abrir para que salieras, ¿entiendes?

Alicia es uno de esos libros de los que puedes llevarte muchas cosas o no llevarte nada. Carroll supo hacer una historia con muchas moralejas sin parecer que las tuviera, y encima mofándose de las ajenas. Creó un mundo de locos que no están tan locos y que son parodias del mundo real.

Da igual las veces que lo lea, siempre acabo riendo como una niña y pasándomelo en grande. No puedo ser demasiado objetiva con esta historia, como con

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