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El Claxon


Enviado por   •  4 de Marzo de 2014  •  415 Palabras (2 Páginas)  •  240 Visitas

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EL CLAXON

Y estaba allí, como siempre en las mañanas, el mismo semáforo, los mismos tres colores, que monotonía, pensó. La gente empezó a cruzar la calle pisando las franjas blancas pintadas en la capa negra del asfalto. Los conductores impacientes con el pie en el acelerador, mantenían en tensión los coches…

Al fin la señal verde y los coches arrancan violentamente pero al instante si advirtió que no todos habían arrancado. El tercero del carril del medio se hallaba ahí, inmóvil, tendrá problemas mecánicos, una falla en el sistema eléctrico o simplemente se quedó sin gasolina, no sería la primera vez que esto ocurre. El nuevo grupo de peatones miran al conductor inmovilizado tras el parabrisas mientras esperan la señal de paso, los demás conductores enardecidos hacían tronar sus claxon. Algunos conductores han descendido ya de sus vehículos dispuestos a empujar el coche averiado a un lado de la calzada para que no irrumpa en el tránsito de los vehículos. Golpean los cristales cerrados. El hombre que se encuentra adentro grita algo, quizás una o dos palabras, no sabemos, cuando por fin abre la puerta y grita: estoy ciego.

Estoy ciego, estoy ciego, repetía con desesperación mientras le ayudaban a salir del coche, y las lágrimas, al brotar, tornaron más brillantes los ojos que él decía que estaban muertos. Llamen a una ambulancia, llamen a la policía, se oían diferentes voces. El ciego imploraba, Por favor, que alguien me lleve a casa. Sólo quería que lo acompañaran hasta la puerta de la casa donde vivía, está ahí al lado, decía. El ciego notó que lo agarraban por el brazo, venga, venga conmigo, decía la misma voz. Tranquilícese, yo lo llevaré. Fueron andando muy despacio, el ciego, por miedo a caerse, arrastraba los pies, pero eso le hacía tropezar en las irregularidades del piso, paciencia, que estamos llegando ya, murmuraba la otra voz. Al llegar, dijo, Muchas gracias, ahora me puedo arreglar yo, no, hombre, no me quedaría tranquilo si lo dejo aquí. En qué piso vive, En el 512, no se imagina usted cuan agradecido le estoy, Nada, hombre, hoy por ti mañana por mí, Sí, tiene razón, mañana por ti. Quiere que le ayude a abrir la puerta, Gracias, creo que podré hacerlo yo solo. Sacó del bolsillo unas llaves, las tanteó, una por una, al tercer intento se abrió la puerta y al entrar tropieza torpemente en la alfombra y cae al suelo….

De repente suena otro claxon, es el semáforo que ha cambiado.

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