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El Maldicionero


Enviado por   •  13 de Agosto de 2013  •  675 Palabras (3 Páginas)  •  221 Visitas

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El Maldicionero

La Tribuna. Tegucigalpa, Honduras. 11 agosto, 2013

Por SEGISFREDO INFANTE

Hace muchos años vino a Honduras, creo que en 1981, el poeta y diplomático mexicano Francisco Azuela, con la idea central de publicar una de las ediciones de su libro poético “El Maldicionero”. Era un hombre de baja estatura, un poco regordete, con la barba y el cabello enmarañados, y con una indumentaria de monje que daba la simpática impresión de haber sido sacado de alguna extraña película hindú. Recuerdo que una vez nos invitó a almorzar al restaurante chino –ya desaparecido– “La Gran Muralla”, en donde algunos de los invitados confundieron el quehacer literario con los bacanales de los legendarios cosacos y romanos.

En lo personal aquel hombre me causaba buena impresión. Quizás porque el autor de estos renglones era un muchacho. O porque en aquellos días todavía leíamos, con alguna fruición, la obra de los famosos poetas “malditos”, predominantemente franceses, y “El Maldicionero” de Azuela encajaba, según nuestro juicio, con el espíritu errático y enigmático de aquellos escritores que, como Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud y el Conde de Lautréamont, declaraban en sus poemas en prosa (o prosa poética) que habían realizado viajes intensos por el mundo de ultratumba; o porque a veces habían semblanteado las acciones directas del “maldecido” Maligno.

En algunos instantes lo acompañé en por lo menos dos presentaciones públicas de su libro, en donde defendí (ante el ataque de algún transeúnte) el quehacer diplomático de los mexicanos que le habían abierto las puertas, en diversos momentos históricos, a los hondureños sedientos de exilio. También defendí su largo poema en prosa, que a veces era superficialmente interpretado por algunos lectores acostumbrados al juego de las rimas, a boca de jarro, facilonas. Tal como ocurrió, el año pasado, con los poemas en prosa del poeta español Ramón García Mateos. En un primer momento asocié el texto de Francisco Azuela con “Los Cantos de Maldoror”, del Conde de Lautréamont, quien había sido estudiado por el filósofo y científico francés Gaston Bachelard en 1935 (cuyo texto crítico leí después completamente), y que también contaba, el poeta Azuela, con las evocaciones afrancesadas, quizás indirectas, del poeta y ensayista mexicano Octavio Paz. Nosotros mismos habíamos publicado algunos artículos ingenuos, o inconsistentes, sobre los “poetas malditos”, durante 1980 y 1981, en “El Cronista Dominical”, añadiendo en la lista, si mal no recuerdo, a Juan Ramón Molina y a José Antonio Domínguez.

Al margen de las comparaciones forzadas, muy mías, se me ocurrió que “El Maldicionero”, por la suavidad subliminal de varias expresiones poéticas de su autor, y el torrente de adjetivos (bellos dicho

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