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El Varon Domado


Enviado por   •  5 de Junio de 2014  •  2.177 Palabras (9 Páginas)  •  353 Visitas

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Las mujeres saben exactamente lo que esperan de un varón; por eso saben también cómo tienen que decidirse. Se puede presumir que jamás ha ocurrido que una mujer haya preferido un hombre pobre de veinte años a un hombre rico de cuarenta.

No hay duda de que de todas esas cualidades del varón la curiosidad es la más acusada. Se trata de una curiosidad tan diferente de la de la mujer que la cosa requiere imprescindiblemente algunos comentarios.

La mujer no se interesa en principio más que por cosas que puede aprovechar directa y útilmente para sí misma. Cuando una mujer lee un artículo político, es mucho más probable que esté intentando capturar a un estudiante de Políticas que interesándose por la suerte de los chinos, los israelitas o los sudafricanos. Si consulta en un diccionario el artículo dedicado a un filósofo griego, eso no quiere decir que se le haya despertado repentinamente el interés por la filosofía griega, sino que necesita alguna palabra relacionada con aquel filósofo para resolver un crucigrama. Si está estudiando los prospectos de publicidad de un nuevo automóvil, es que se lo quiere comprar, y no que esté platónicamente interesada por sus posibles novedades técnicas.

Se considera digno al joven que funda una familia y se dedica desde aquel momento, durante toda su vida, a la alimentación de su mujer y de sus hijos, ge-neralmente por medio de actividades sin interés o monótonamente repetidas. La sociedad excluye y desprecia al varón que no se ata, que no engendra niños, que vive unas veces aquí y otras allí, que hace unas veces una cosa y otras veces otra -según le interese, y para alimentarse a sí mismo y sólo a sí mismo-, y que, cuando encuentra a una mujer, se enfrenta con ella como un hombre libre, y no con la uniformidad del esclavo.

No tenemos ni idea de cómo sería un mundo en el cual los varones aplicaran a la solución de problemas reales la fantasía que dedican a fabricar ollas a pre-sión que se calienten todavía más deprisa, jabón en polvo o detergentes que laven todavía más blanco, terciopelos que destiñan todavía menos y lápices de labios aún más beso-resistentes. Un mundo en el cual, en vez de engendrar niños (los cuales engendren niños a su vez) y empujar así constantemente a la vida, vivieran ellos mismos. Un mundo en el cual, en vez de empeñarse en estudiar la «enigmática» psique de la mujer-que les parece tan enigmática sólo porque, enigmáticamente, es un objeto en el que no hay nada que investigar-, estudiaran su propia psique, o la posible psique de posibles seres vivos de otros planetas, y se pusieran a pensar en caminos para entrar en relación con éstos. Un mundo en el cual, en vez de fabricar armas para la guerra, armas que no tienen más objetivo que proteger la propiedad privada (sólo útil para las mujeres), construyeran astronaves casi tan veloces como la luz, para llegar a otros mundos y enterarnos de cosas que ni siquiera somos capaces de soñar.

Por eso la instancia decisiva para ella serán siempre mujeres, y nunca varones, pues sólo las mujeres pueden juzgar de si representa bien o mal el papel de mujer (se enseña a los varones pequeños que el papel de mujer es minusvalente y que, por lo tanto, su elogio no interesa.)

El hombre domado se vuelve elogio-adicto.

[…] pues las mujeres tienen poco sentimiento, ya por la sencilla razón de que no pueden permitirse tener mucho. El sentimiento las podría tentar, por ejemplo, a aceptar un varón inaprovechable para sus fines (un varón que no se dejara esclavizar), o bien podría hacerles insoportable la presencia de un varón -los varones les son, en realidad, completamente extraños- y obligarlas a vivir exclusivamente con mujeres.

Como en cuestión de sentimientos se limita a la imitación o ficción, conserva siempre la cabeza despejada y puede aprovecharse de los sentimientos de su interlocutor.

Sería muy útil para los hombres saber que una mujer puede tener pensamientos helados y clarísimos mientras se le velan los ojos con las lágrimas.

Del mismo modo que no se pueden permitir grandes sentimientos, las mujeres renuncian también a una libido intensa (si no, ¿cómo se podría explicar que las chicas se nieguen al amigo que les gusta, pero sigan hablando de amor con él y respecto de él?).

Jamás ha valido nada, en cambio, la castidad del varón (como a las mujeres no les importa nada el varón, tampoco les importa su castidad).

Mientras que el varón nunca se viste de tal modo que su aspecto pueda producir excitación sexual en el otro sexo, la mujer empieza a componerse en forma de cebo ya desde los doce años.

Pues sin dinero, o, por lo menos, sin perspectivas de tenerlo, no hay varón que consiga una mujer ni, por lo tanto, satisfacción sexual.

Es verdad que en las relaciones entre los sexos hay operaciones de crédito: en determinadas condiciones, una mujer estará dispuesta, mientras su hombre se encuentre aún en la fase de formación profesional, a ganarse ella misma su pan y ponerle mientras tanto su cuerpo a disposición, como adelanto por futuras contraprestaciones.

Desde el punto de vista económico sería mejor para el varón satisfacer con prostitutas su impulso sexual, en vez de precipitarse en el matrimonio (prostitutas en sentido convencional antiguo: en sentido estricto, la mayoría de las mujeres son prostitutas).

Cuando la prostituta se agota, no hay nadie dispuesto, esperando ese momento, ni hay en nuestra sociedad varón alguno capaz de dejarse explotar por una ex-prostituta convencional igual que por una ex-modelo fotográfica.

Las mujeres no tienen, en verdad, ninguna necesidad furiosa de satisfacción sexual (si la tuvieran, habría mucha más prostitución masculina); pero, por otra parte, tampoco les molesta el acto sexual, como muchos afirman.

El sexo es, desde luego, un placer para las mujeres, pero no el mayor. La satisfacción que produce a la mujer un orgasmo se encuentra en su escala de valores muy por debajo de la que le procura, por ejemplo, una cocktail-party o la compra de un par de botas acharoladas de color calabaza.

La mujer necesita hijos -como veremos más adelante- para poder realizar sus planes.

La mujer puede mentir con toda tranquilidad. Como no está inserta en el proceso del trabajo, su mentira no perjudica más

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