GALLARDIA

                Filosofía del Derecho

Ensayo: Gallardia

Autor:

Jesús G. Sotomayor Garza

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Gallardía

El ejercicio de la abogacía en nuestros tiempos es sinónimo de impunidad y corrupción, esto es que, se ve el mundo como un lugar de injusticia e inmoral. ¿Por qué? Los abogados han olvidado que son un pilar importante en la formación de la sociedad, se ha optado por velar los intereses personales en vez de amparar al débil y proteger al desvalido, olvidando sus principios de derecho “dar a cada quien lo suyo”. Su tarea -erradicar la inequidad en la faz de la tierra- la olvidan, y el mundo se envuelve en una manta de corrupción que pierde el respeto a lo humano.

Se ejerce la abogacía de manera deshonesta, corrupta, utilizando todos los medios ilícitos para satisfacer su ambición sin importar el bienestar del desamparado. Esto nos hace ver que en la actualidad nuestros derechos no se hacen valer de la forma correcta, que lo monetario es más significativo que nuestro bienestar e integridad.

Un ejemplo de ello es cuando en una disputa de la patria potestad de un menor, se debe pensar en el bienestar del menor, tomando en cuenta que éste debe desenvolverse en un “ambiente familiar adecuado”. Normalmente, el niño es arraigado con su madre, por la posible desatención que tendría el padre hacia su hijo, o por mera cuestión cultural. Pero en muchas ocasiones las mamás son incapaces de crear una atmósfera de tranquilidad, desarrollo y obligaciones que dictamina la ley.

Estudios arrojan que sólo uno de cada diez divorcios, el padre tiene derecho sobre el infante, y que éste goza de mejor calidad de vida en comparación de quienes se quedaron con la madre. Quizá sea tiempo de que las cosas den un pequeño giro.

Señalando que un abogado no debe apartar su vida privada de la profesional, ya que si en cada momento se encuentra en situaciones difíciles por su conducta fraudulenta, viciosa y violenta, tal actitud no es coincidible con un honorable y recto proceder profesional y esta conducta negativa necesariamente tendrá repercusiones en la conducta profesional.

Considerando lo expuesto por Armando Pruneda en su obra Reflexiones en torno a Don Quijote nos dice: “entiéndase bien, el valor del abogado no consiste en provocar, vociferar y hacerse un matasiete; eso es bajeza moral y hasta cobardía; no consiste en liarse a bofetadas con cualquiera  y por quitarse allá estas pajas. Esto será digno de rufianes, consiste en tener un profundo sentido ético del deber profesional se resume en la defensa de lo justo, con dignidad y entrega, ni retroceder ante los peligros, los contratiempos o las dificultades de cualquier índole."

 El párrafo anterior resulta ser ilustrativo de lo que pretende sea el contenido de la gallardía profesional, teniendo presente que debe hacer valer a favor del cliente, sin olvidar la dignidad profesional, el decoro, la honestidad y la responsabilidad. Esto debe prevalecer en cada uno de los que ejercen la abogacía, siendo humanos con conciencia formada a base de preparación, para así poder actuar según ciencia y conciencia.

En conclusión. El ejercicio del derecho no ha sido enseñado de la mejor manera, se enseña a dominar para tener el poder, y en vez de ir en línea recta, el camino se torna en dirección contraria dejando en total olvido el objetivo del  derecho, éste ahora tornándose con un significado en la sociedad “es todo menos justo.”

 Quizá la solución sea volver al México del siglo XVI, cuando se inició formalmente la carrera del derecho; cuando obtener un título no solo consistía en la firma de un papel o los estudios de una persona, sino en la capacidad y el intelecto para ser justo, ejercer la profesión con libertad, responsabilidad  teniendo decisiones propias sin utilizar medios ilícitos o injustos.

Suum cuique tribuere, el abogado debe ser justo en todo acto y frente a todas las personas.  

Cada  persona dignifica su trabajo no por el valor monetario  que tenga, si no el amor con el que se ejerza.  

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