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La Emoción De Un Ideal


Enviado por   •  9 de Junio de 2015  •  424 Palabras (2 Páginas)  •  129 Visitas

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La emoción de un ideal

Prof. Yolanda Hackshaw

Las épocas marcan estilos y temas. Hoy, hablar de ideales, es una ridiculez. El mundo perverso y materialista solo piensa y actúa en función del interés monetario. Al contrario, en otros momentos el ideal era la “excelsitud inasible”, el afán por la perfección, la rebeldía contra la mediocridad. Da dolor observar cómo se desmorona la sociedad en busca de la satisfacción momentánea y echan a un lado lo sublime. Hoy vivimos en una sociedad de cambistas que venden ilusiones baratas por conciencias, si se puede llamar “conscientes” a aquellos que permiten que se impongan los espejitos por la esencia de los ideales. En “La emoción del ideal”, fragmento del libro El hombre mediocre, del autor argentino José Ingenieros, que hoy les comento, hay una lección para no olvidar. Aprendemos con escrupulosa exactitud qué es ser idealista.

Esta joya de la literatura hispanoamericana ubica la revelación de un ideal en tres dimensiones: la verdad, la identidad y la belleza. En la primera dimensión, se refiere a la verdad ontológica, a la verdad del ser, pues los ejemplos de Cristo, de Sócrates y de Bruno se unen mediante este principio ontológico. El mismo Cristo, incluso, dijo: “Yo soy la verdad y la vida”. El teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer en su sermón del 24 de julio de 1932 titulado "Verdad abstracta y acontecida” se refiere a Cristo de esta manera como una “verdad que acontece”, en esa misma línea de pensamiento se encuentran Sócrates y Bruno, que igualmente fueron ejecutados por defender sus ideas, su verdad. Verdades que en ese momento no se entendían y que se adelantaban por siglos a la realidad (otra forma que adquiere la verdad). La segunda dimensión, la identidad, es quizá la manifestación más poderosa del ideal, pues el sujeto se ubica en la posición del otro, se da la empatía y somos capaces de ser, de igualarnos a otros, producto de la experiencia, tal como como lo expresa Ingenieros: “cuando el corazón se te estremece pensando en la desigual fortuna de esas pasiones en que fuiste, alternativamente, el Romeo de tal Julieta y el Werther de tal Carlota”. La última dimensión es la belleza, pues es capaz de estremecernos, de hacernos despertar esa emoción tan fuerte que te abstrae y te impulsa a actuar hacia esa excelsitud que revela a los seres superiores. En fin, eres idealista cuando admiras a un santo, a un héroe o a un genio, y deseas imitarlo.

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