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Los De Abajo


Enviado por   •  13 de Diciembre de 2014  •  3.781 Palabras (16 Páginas)  •  251 Visitas

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LOS DE ABAJO

MARIANO AZUELA

Ya iniciada la revolución mexicana, cuando las fuerzas de Francisco Villa combatían contra el ejército federal de Victoriano Huerta, una partida de federales en busca de guerrilleros, en la sierra del norte de Jalisco, llega a la casa de Demetrio Macías, campesino pobre, al que un cacique de Moyahua "lo trae corriendo por los cerros" supuestamente por haberse sublevado contra el gobierno. Cuando el teniente de los federales trata de abusar de la esposa de Demetrio Macías, aparece éste en la puerta y con su sola presencia hace huir a los soldados. Temiendo el regreso de éstos, le ordena a su mujer que se refugie en casa del padre de Demetrio, con su hijo pequeño en brazos, y él se remonta, uniéndose definitivamente a los guerrilleros sublevados en aquella sierra. Los federales vuelven y encontrándola vacía, queman la casa de Demetrio. Este hecho nunca lo olvidará, y justifica en Macías buena parte de los atropellos que él mismo cometerá, ahora ya como revolucionario.

Se le unen Anastasio Montañés, su compadre y desde el principio su segundo, la Codorniz, Pancracio, el Meco, Venancio, el Manteca y otros provenientes todos ellos del cañón de Juchipila y sus alrededores. Son poco más de veinte los que a propuesta de Anastasio Montañés, aclaman a Demetrio como su jefe.

Poco después llevan a cabo una emboscada a los federales en la que no resultan muy bien parados los guerrilleros, por una imprudencia de la Codorniz y la poca disciplina de la partida. Demetrio es herido en una pierna.

Se dan cuenta que después del combate faltan dos revolucionarios: Serapio el Charamusquero y Antonio, a los que poco después encuentran colgados de un mezquite. La herida de Demetrio se agrava, no obstante unos primeros auxilios muy primitivos que le aplica Venancio, que era barbero en su pueblo. Llegan al atardecer del segundo día a un lugar de "pobrísimos jacales de zacate" donde "señá Remigia" aloja a Demetrio en su jacal y le socorre con lo poco que han dejado los federales, quienes han arrasado previamente todos los poblados de la sierra.

En ese lugarejo se les une Luis Cervantes, estudiante de medicina, periodista y desertor de los federales, al que Pancracio recibe con un balazo en un pie al dar una seña que Pancracio no conoce.

En el corral donde lo ponen preso, Luis Cervantes siente su fracaso y su desilusión al ser recibido en esa forma. Se nota ya el interés personal de Cervantes, que trata de hacer "su revolución". Los de la partida, convencidos de que no es espía, le permiten unirse a ellos. Camila, una muchacha dulce "de rostro muy vulgar", atiende a Demetrio llevándole alimentos. Las viejas del pueblo, todas ellas resentidas con los federales por sus depredaciones, también ayudan y llevan remedio a Demetrio, pero quien termina curándole es Luis Cervantes que con eso y adulando a los demás de la cuadrilla se gana su confianza. Venancio deja de llamarle "Curro" despectivamente y comienza a llamarle "Luisito".

Mientras tanto Camila se ha enamorado de Luis Cervantes al que trata de conquistar a su manera muy primitiva. Cervantes no sólo no le hace caso, sino que le aconseja que corresponda a Demetrio, quien se ha interesado por ella.

Se reciben noticias por unos arrieros, de que el Gobierno de Huerta se tambalea y está próxima una gran batalla en Zacatecas. Luis Cervantes convence a Demetrio para que vaya a unirse con las fuerzas de Pánfilo Natera, en Juchipila, "antes de que tomen Zacatecas", viendo que eso es la oportunidad de medrar bajo la bandera de Macías.

Decidida ya la partida, Luis Cervantes va ganando ascendiente sobre aquellos hombres, pues "es gente que, como sabe leer y escribir, entiende bien las cosas". Camila hace otro intento por agradar a Cervantes, y éste vuelve a indicarle que mejor corresponda a Demetrio, que sigue interesado por ella. Parten al otro día y al atardecer encuentran a un viejo que les da noticias de los federales que ocupan el pueblo cercano, diciéndoles que no llegan a la docena. Cervantes sospecha que se trata de un espía. Al día siguiente, en la plaza del pueblo, son recibidos con una cerrada descarga de fusilería, que hiere a varios y mata al caballo de Demetrio. Al replegarse, un vecino del pueblo, cuyo hermano fue obligado a hacerse federal, y con el objeto de salvarlo, les guía por unos corrales que les permiten subir a la cúpula de la iglesia, desde la cual sorprenden a los federales y terminan matándolos a todos a cuchilladas. Muere también el hermano del guía, así como el viejo que el día anterior los engañó, pues efectivamente era espía, y el capitán que mandaba a los federales, al que se pinta como "joven de pelo rubio y bigotes retorcidos, muy presuntuoso". Los revolucionarios, victoriosos, despojan a los federales de armas y ropas.

Demetrio Macías, con cien hombres, se une en Fresnillo a las fuerzas de Pánfilo Natera. Luis Cervantes comienza a tratar a Demetrio como coronel y Natera refrenda el nombramiento. La evolución de Demetrio es manifiesta, cuando oye contar a Natera y a sus gentes el relato de las hazañas que le imputan. "Y Demetrio, encantado, oía el relato de sus hazañas, compuestas y aderezadas de tal suerte, que él mismo no las conociera. Por lo demás, aquello tan bien sonaba a sus oídos, que acabó por contarlas más tarde en el mismo tono y aun por creer que así habíanse realizado". En la borrachera que sigue a la unión de las fuerzas, mueren dos reclutas de Demetrio y éste, cuando le informan, "alzando los hombros, dijo: —Psch... pos que los entierren"; estaba hecho todo un revolucionario.

Luis Cervantes se encuentra con un antiguo conocido, Alberto Solís, ayudante de Natera, quien está desilusionado de la Revolución y sigue en ella porque "la revolución es el huracán, y el hombre es la miserable hoja seca arrebatada por el vendaval...".

Los revolucionarios son rechazados en Zacatecas y vuelven a Fresnillo. Se deja ver que la gente de los pueblos sufre con azoro el paso de los revolucionarios, que saquean todo lo que encuentran. Demetrio comienza a darse ínfulas de estratega y por la noche añora la presencia de Camila. Las fuerzas de Natera esperan la llegada de los villistas. Se describe con rasgos muy vivos las diferentes reacciones de los revolucionarios "sombrerudos" ante la proximidad de los villistas, "puros hombres norteños, muy bien puestos, de sombrero tejano, traje de kaki nuevecito y calzado de los Estados Unidos de a cuatro dólares".

Luis Cervantes y Alberto Solís contemplan la toma de Zacatecas desde un hoyanco del Cerro de la Bufa, donde se han refugiado, aquél porque lo

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