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Sarabande


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2013  •  799 Palabras (4 Páginas)  •  184 Visitas

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La belleza y la inteligencia que el anciano pensador europeo exhibe al ir mostrando una construcción de imágenes que aporta al espectador las claves de lo que no dicen sus personajes, no se desmiente en absoluto cuando esos personajes hablan y se reprochan todos sus temas no resueltos. Con las imágenes, el silencio y la música de Juan Sebastián Bach, Bergman nos habla de un paso del tiempo devastador en el ser humano, un paso del tiempo que también está en el viejo profesor jubilado de Fresas salvajes y es un paso del tiempo que no reconcilia, que no aporta conocimiento y que no resuelve.

Ingmar Bergman en el rodaje de Saraband

Ingmar Bergman en el rodaje de Saraband

Una pareja se encuentra ―a iniciativa de la que fue su esposa― después de 30 años de no verse y se reconocen inmediatamente en la falta y en la ausencia pero, sobre todo, saben que podrían haber pasado otros 30 años y no hubiera servido para nada. Bergman es el más duro e inflexible de los analistas del ser humano, es además implacable y agresivo, cínico y ácido al reconocer que odia a su hijo porque ―con su simple presencia― le revela su drama, que no es otro que el fracaso como hombre y como padre. Y cuando Bergman muestra eso lo hace directamente, sin artificios y es en Sarabande, en la secuencia en la que se encuentra el padre y el hijo ―probablemente una de las más duras e intensas del cine de Bergman, y mira que tiene [1] ― cuando dice todo lo que piensa del ser humano: el ser humano odia al otro, lo aniquila, lo supera, le pone trampas, compite, lo extermina en guerras, le roba a su mujer, somete a sus hijos, le incapacita, le engaña, le jubila, no lo sana y lucha por dominarle. En la secuencia citada en la que el hijo visita a su padre para solicitarle un dinero que haga posible los sueños profesionales de su hija es una secuencia antológica, una conversación en la que está en juego la figura del padre, la del hijo y, sobre todo, el papel que juega en el ser humano el deseo como elemento articulador de toda su vida. Si ese padre no deseaba a la madre, si no había amor, la sola presencia de ese hijo le recuerda esa impotencia amorosa, mientras que, a través de la petición al padre, el hijo está exhibiendo su historia de amor que reconoció y vivió con la madre de su hija, y ese conocimiento amoroso es lo que envidia y exaspera a Bergman, lo que le afecta y probablemente el dolor y el odio que siente hacia su hijo.

Pero el cine de Sarabande representa muchas más cosas; por ejemplo, la vigencia insuperable de un cine que no pacta con distribuidores, exhibidores y demás señores del dinero, Bergman es definitivo, plantea los temas que inquietan al ser humano y, además, no los resuelve porque ―por mucho que le pese al cine norteamericano― no puede, ya que está lejos de su alcance. Esa sí que es una obra de dioses y no de hombres,

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