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En el año 1805`, era obispo de D. el ilustrísimo Carlos Francisco Bienvenido Myriel, señor de unos 75 años de edad, vivía con su hermana la señora Batistina de 65 años y su sirvienta a señora Magloria de igual de 65 años.

Juan Valjean llego a la ciudad de D. hambriento y buscando un lugar donde pasar la noche, entro a una posada, parándose en la puerta el encargado de esta le pregunto sobre qué era lo que buscaba, él le contesto que comer y un lugar para dormir.

Después de un rato el encargado de la posada mando una carta a la alcaldía preguntándole algo sobre el tipo le contestaron y debido a su respuesta el encargado lo corrió de su posada, Valjean entro a otra posada y de igual manera lo corrieron debido a la historia que tenía. Cuando anocheció no tuvo más remedio que acostarse en una banca entonces una señora le dijo que fuera a una casa en donde lo recibirían, el señor le hizo caso y fue a donde le dijo, toco la puerta era la casa del obispo abrió la puerta Magloria la sirvienta y fue a avisarle al padre que si lo recibía el padre le dijo que entrara y se presentó y le conto su historia a pesar de que le dijo que el acababa de salir de la cárcel el padre lo acepto y le dijo a Magloria que pusiera sabanas en la habitación para huéspedes el padre lo invito a que se sentara cuando terminaron de cenar el padre lo llevo a su habitación y lo dejo ahí.

Estando acostado Juan Valjean no podía olvidar aquellos cubiertos de plata con los que acababa de tomar la cena así que no resistió las ganas de hurtarlos, los tomo y salió por la ventana con todo.

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