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Los Afortunados

LuisAlfredoSA11 de Junio de 2015

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La parábola de “LOS AFORTUNADOS Y LOS QUE TIENEN QUE TRABAJAR CON MAS INTELIGENCIA”

Hubo una vez un grupo de personas que habitaban en una isla que se conocían como “LOS AFORTUNADOS” los cuales eran muy prósperos, los árboles de su isla eran fructíferos, en las aguas circundantes abundaban los peces, le era fácil alimentar a la población y también exportar sus productos a una isla vecina que era menos profunda. Los habitantes de la segunda isla les llamaban “LOS QUE TIENEN QUE TRABAJAR CON MAS INTELIGENCIA”.

Cierto día cuando el jefe de los AFORTUNADOS fue a negociar con el jefe de los que tienen que trabajar con más inteligencia se dio cuenta de que este pueblo estaba reduciendo su pedido. Luego este se pregunta porque el jefe de la otra isla le dijo que su pueblo estaba trabajando con más inteligencia y que pronto no necesitarían ninguna ayuda de los AFORTUNADOS. El jefe de los afortunados quedó impresionado y asombrado, se preguntaba cómo podía ser esto. Considerando que la isla de los que tienen que trabajar con más inteligencia carecía de los recursos naturales que abundaban en su isla (DE LOS AFORTUNADOS), más aún, según recordaba, la otra isla era un desierto cuando lo colonizaron. El jefe de los afortunados no entendía aquello de “TRABAJAR CON MAS INTELIGENCIA” Y abandonó la isla suponiendo que la próxima vez el pedido de LOS QUE TIENEN QUE TRABAJAR CON MAS INTELIGENCIA” tendría que ser mayor. Pero el jefe de LOS AFORTUNADOS reflexionó durante varios días sobre este concepto de “TRABAJAR CON MAS INTELIGENCIA” porque íntimamente siempre había sentido cierta inquietud por su isla y su pueblo sabía que algún día la abundancia natural de la isla se agotaría, había hecho varios intentos por organizar a su gente para enseñarles a sembrar y a navegar.

Cada vez la respuesta era la misma “NO NECESITAMOS APRENDER ESTAS COSAS” nosotros somos afortunados y tenemos árboles, aguas y una tierra muy fértil. Y cada vez el jefe aceptaba esta respuesta porque no sabía que más decir, sin embargo, aquella idea de trabajar con más inteligencia le volvía a la mente con insistencia. Por fin reunió a su pueblo y una vez más le dijo que quería enseñarles a sembrar y a navegar.

De nuevo sus súbditos respondieron: “NO NECESITAMOS APRENDER NADA” somos afortunados “NO NECESITAMOS APRENDER NADA” somos afortunados. Esta vez el jefe les dijo: “Los de la otra isla están trabajando con más inteligencia y ya no necesitan tantos productos nuestro; hubo un silencio de varios minutos, pero no entendían lo que el jefe quería decir. Este le explicó: creo que necesitamos aprender a trabajar con más inteligencia por si acaso nuestros árboles y nuestras aguas dejan de sustentarnos”. Los afortunados se rieron a carcajadas, incluso dijeron en son de chanza que tal vez el jefe había perdido el juicio o que estaba pasando demasiado tiempo en compañía de aquellos hombres locos. El jefe acabó por despedir al pueblo y trató de olvidarse del asunto de “TRABAJAR CON MAS INTELIGENCIA”.

La próxima vez que el jefe de los afortunados volvió a la otra isla sus habitantes le dijeron que ellos no necesitaban nada. En realidad habían comenzado a exportar sus productos a los pueblos de otras islas vecinas. El jefe de los que trabajan con más inteligencia le informó que según había escuchado otros habitantes de la isla consideraban que ellos eran ahora más prósperos que los Afortunados. El jefe de los Afortunados se alegró por ellos, pero se desconsoló al pensar en su propia gente. Veía que el pueblo de los que trabajan con más inteligencia era más feliz y que se enorgullecía enormemente de su trabajo; era un pueblo que todo lo compartía y que trabajaba unido para alcanzar sus metas, en cambio, los

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