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Makiuy


Enviado por   •  15 de Diciembre de 2012  •  Informes  •  1.072 Palabras (5 Páginas)  •  271 Visitas

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A las seis de la mañana la ciudad se levanta de puntillas y comienza a dar sus primeros pasos. Una fina niebla disuelve el perfil de los objetos y crea como una atmósfera encantada. Las personas que recorren la ciudad a estas horas parecen echas de otra sustancia, que pertenecen a una orden de vida fantasmal. Los basureros inician por la avenida Pardo su paseo siniestro, armados de escobas y de carretas. A esta hora se ven también obreros caminando hacia el tranvía, policias boztezando, canillitas moradores de frío, sirvientas sacando los cubos de basura. A esta hora por último, como a una especie de misteriosa consigna, aparecen los gallinazos sin plumas.

A esta hora el viejo Don Santos se pone la pierna de palo y comienza a berrear:

- ¡A levantarse! ¡Efraín, Enrique! ¡ya es hora!

Los dos muchachos corren a la acequia del corralón frotándose los ojos legañosos. Luego de enjuagarse la cara, coge cada quien su lata y se lanzan a la calle. Don Santos, mientras tanto, se aproxima al chiquero y con su larga vara golpea el lomo de su cerdo que se revuelca entre los desperdicios.

Siendo aún la hora celeste llegan a su dominio, una larga calle ornada de casas elegantes que desemboca en el malecón. Ellos no son los unicos. Unos portan latas, otros cajas de cartón. Sin conocerse forman una especie de organización clandestina que tienen repartida la ciudad. Efraín y Enrique, empiezan su trabajo, eligen una acera, los cubos estan alineados, los vacean y empiezan la exploración, un cubo de basura es una caja de sorpresas. Cuando aparacen las sirvientas tienen que huir, y cuando aparece el carro de la basura la jornada está perdida. La luz desvanece el mundo mágico del alba, los gallinazos sin plumas han regresado a su nido.

Don Santos los espera para husmear entre las latas, nunca le es suficiente y les insulta, luego le da todo al cerdo que empieza a gruñir.

- ¡Mi pobre Pascual! Hoy te quedaras con hambre por culpa de estos zamarros¡ ¡Habrá que zurrarlos para que aprendan!.

Al comenzar el invierno el cerdo estaba convertido en una especie de monstruo insaciable, y Don Santos se vengaba en sus nietos, por último los forzó a que se dirigieran al muladar que estaba al borde del mar. Allí los camiones descargaban la basura. Donde tenían que hundir los pies en un alto de excrementos, de materias descompuestas o quemadas. Desde entonces los miércoles y domingos hacían el trote hasta el muladar. Fue en una de esas excursiones que a Efraín, un vidrio se le clavó en la planta del pie y como Don Santos tenía echo el negocio -para dentro de veinte dias entregaría el cerdo-, echaba fuego por los ojos pero a la mañana siguiente el nieto no pudo levantarse; y a insistencia de Enrique.

- Bien, bien -dijo rascándose la barba rala y cogiendo a Efraín del pescuezo lo arreó hacia el cuarto-. ¡Los enfermos a la cama! ¡a podrirse sobre el colchón! Y tú harás la tarea de tu hermano.

Cerca del mediodia Enrique regresó con los cubos llenos. Lo seguía un perro escualido y medio sarnoso. Don Santos se acercó, hundiendo su pierna de palo en el lodo.

- ¡Nada de perros aquí! ¡Ya tengo bastante con ustedes!

Enrique abrió la puerta de la calle.

- Si se va él me voy yo también.

Luego de reflexionar se fue rengueando hacia el chiquero.

- ¡Pascual, Pascualito!

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