Reflexión Panadero Accidental Bimbo

  Es curioso a veces como la vida nos lleva por caminos distintos a los que nosotros visualizamos o queremos hacer, caminos que tal vez al principio no aceptamos porque no es lo que nos apasiona o no sabemos cómo lograrlo. Sin embargo, todo tiene un por qué y un para qué.
Estoy segura que Lorenzo no titubeó al aceptar la responsabilidad que había dejado su padre. Ya que era una tradición familiar y de eso podía depender la economía de su familia. Tanto fue su compromiso que buscó a las personas indicadas para poder lograr su proyecto, simplemente fue por los mejores.
Desde el principio él sabía que no sería sencillo, que sería un verdadero reto, tomó al toro por los cuernos y comenzó a buscar soluciones.
A lo largo de los años, el dinero siempre ha sido un problema para que pequeñas y medianas empresas puedan convertirse en un negocio rentable, Bimbo no fue la excepción. Se iban a meter a una deuda muy grande después de comenzar el proyecto y estaban conscientes de ello. Entre maquinaria, personal, insumos, recursos, transporte, etc. Era bastante la inversión. Incluso Lorenzo tuvo que bajarse un poco el sueldo al principio.
Lorenzo tenía una gran visión, expandirse por todo el país y luego volver internacional a la empresa. Comenzó a trabajar y ver qué era lo que necesitaba, hizo un gran benchmarking investigando todo tipo de negocio que vendía a la competencia. Pudo ver cuál era su propuesta de valor y su ventaja competitiva contra los demás (frescura, buen servicio y generar demanda) y lo plasmó en la envoltura de celofán.
Me pareció una manera grandiosa el cómo surgió el nombre, de la nada, de un juego de palabras, pegajoso y amigable, haciendo clic con las personas. Es como cuando te preguntan “¿Qué significa tu tatuaje?” y tú respondes “Nada, sólo me gustó”.

Bimbo es una de las marcas más importantes a nivel nacional y mundial, y todo por un escritor e historiador que heredó la pastelería de su padre de la nada.

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