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I. ¿Cuáles son las bases biológicas de la actividad psíquica?

En la psicología el objeto de estudio es la conducta del hombre, y trata de explicar las experiencias íntimas y de las relaciones entre ambas. También se ocupa de los órganos que ejercen influencia sobre el comportamiento y de las conexiones de éstos con el ambiente. El investigador apoyado en las Teorías Psicológicas se propone descubrir la estructura, las causas y los efectos de la conducta humana.

La psicología trata, en realidad, de muchos fenómenos que pueden ser llamados mecánicos, porque su forma de expresión es tan definida y predecible como la de una máquina e, igual que ésta, se compone de muchos elementos conocidos que realizan el trabajo completo de un mecanismo. Si estudiamos con más detalle las máquinas psíquicas llegaremos siempre a un punto a partir del cual tenemos que renunciar a nuestras explicaciones mecánicas. Todas estas funciones poseen, además de sus actividades mecánicas, otras características que no tienen semejante en las máquinas conocidas y que no podemos imaginar actuando con arreglo a las leyes de la física.

Apoyándose en la Biología y Sociología Bechterev (1913), dice que “toda reacción psíquica es resultado de dos factores: uno el estimulo específico del ambiente, que sería como el conmutador exterior de la máquina y el otro las conexiones internas de la máquina, establecidas por experiencias anteriores y por la herencia”.

John B. Watson (1913), supone que la máquina humana posee tres tipos básicos de reflejos: los que corresponden a las vísceras (reflejos viscerales), los de los músculos y miembros (reflejos manuales o motores), y los de los órganos del lenguaje (reflejos verbales). Por lo tanto, el hombre es considerado como un autómata compuesto de reflejos y sujeto constantemente a estímulos perentorios en su cuerpo.

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