El Autorespeto

EL AUTORRESPETO

El plato de lentejas

Estaba Diógenes comiendo un plato de lentejas sentado en el umbral de una casa cualquiera. Pasó el filósofo Aristipo, quien vivía confortable a base de adular al rey, y le dijo:

— ¡Ay! Diógenes, si aprendieras a ser sumiso y a adular al rey, no tendrías que comer lentejas.

Diógenes levantó la vista y replicó: —Si tú hubieras aprendido a comer lentejas, no tendrías que ser sumiso ni adular al rey.

Para introducir el tema del autorrespeto, me ha parecido pertinente mencionar la famosa anécdota de Diógenes y el plato de lentejas, porque grafica las posturas que podemos asumir de cara a la vida. Una es la de dar la siempre la razón a los demás, no opinar, cerrar la boca o abrirla solo para decir que sí… Otra es la de Diógenes, la del autorrespeto.

La causa de todas las debilidades personales radica en la ausencia del autorrespeto. Algunas personas desean que los demás la respeten, pero tal vez, sin darse cuenta, ellas mismas no creen que sean dignas o merecedoras de ese respeto. Otras, como Aristipo, dejan de ser ellas mismas, se “irrespetan”, para buscar la aprobación de los demás.

El respeto comienza en la misma persona, esta basado en la percepción que ésta tenga sobre sí misma, en la comprensión del propio ser. Cuando una persona se conoce y comprende sus motivaciones, es capaz de respetarse y lograr el respeto de los demás. Quien tiene autorrespeto necesariamente respeta a los otros e inmediatamente suscita el respeto de ellos.

Si el respeto es el reconocimiento de los valores del otro, el autorrespeto es el reconocimiento de mis propios valores. Lo cual implica, atender y satisfacer las propias necesidades. Expresar y manejar en forma conveniente sentimientos y emociones, sin hacerse daño ni culparse. Buscar y valorar todo aquello que haga a uno sentirse orgulloso de uno mismo.

Mientras que la indiferencia, la burla o la violencia es lo opuesto al respeto a los demás; la mentira, la avaricia, el servilismo son violaciones del respeto que uno se debe a sí mismo. El autorrespeto es, en el fondo, una llamada a ser auténticamente nosotros mismos, a no dejarnos llevar, a que asumamos nuestra responsabilidad de ser únicos e irrepetibles.

En suma, el autorrespeto está definido por dos elementos:

a) Un sentimiento del propio valor, caracterizado por la convicción de que el proyecto de vida personal vale la pena ser llevado a cabo.

b) Una confianza en la propia capacidad para realizar el proyecto.

Según Dov Peretz Elkins, la autoestima “es un silencioso respeto por sí mismo”. Carl R. Rogers nos dirá que la autoestima es el resultado del autoconocimiento

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