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La Pogeria


Enviado por   •  27 de Febrero de 2014  •  6.082 Palabras (25 Páginas)  •  310 Visitas

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¿Qué es la progeria?

La progeria es una enfermedad genética de la infancia, caracterizada por un dramático envejecimiento prematuro, se ha evaluado que afecta a uno de cada 8 millones de recién nacidos.

El Síndrome de Hutchinson-Gilford (conocido como progeria o HGPS) es una condición genética letal y muy rara, caracterizada por el envejecimiento prematuro de los niños que la padecen. Su nombre se deriva del griego y significa "vejez prematura. Aunque existen diferentes formas de "progeria, la más común es el síndrome de Hutchinson Gilford, que fue nombrado así en honor a los primeros doctores que la describieron en Inglaterra (en 1886, por el doctor Jonathan Hutchinson y en 1897 por el Dr. Hastings Gilford).

¿Es la progeria una enfermedad frecuente?

La progeria tiene una incidencia comprobada de entre 1 y 4 niños de cada 8 millones de recién nacidos. Afecta a ambos sexos por igual, y no diferencia razas.

En los últimos 15 años se han encontrado niños que padecen progeria alrededor de todo el mundo, incluyendo Argelia, Argentina, Australia, Austria, Canadá, China, Cuba, Inglaterra, Francia, Alemania, Israel, Italia, México, Finlandia, Polonia, Puerto Rico, Sudáfrica, Sudamérica, Corea de Sur, Suiza, Turquía, Estados Unidos, Venezuela, Vietnam y Yugoslavia.

¿Qué características tiene la progeria?

Aunque los niños que la padecen nacen con un aspecto saludable, comienzan a manifestar muchos rasgos característicos de la vejez prematura entre los 18 y 24 meses de edad aproximadamente.

Los signos de la progeria incluyen atrofias del crecimiento, pérdida de peso y cabello, apariencia de la piel de una persona envejecida, rigidez, dislocación de la cadera, arteriosclerosis generalizada, enfermedades cardiovasculares y derrame cerebral.

Los niños tienen una apariencia muy similar entre ellos, a pesar de las posibles diferencias étnicas. Los pacientes que sufren esta enfermedad acaban falleciendo de arteriosclerosis y ataques cardíacos a los 13 años de media, con un rango de edad comprendido entre los 8 y los 21 años.

¿Qué relación tiene la progeria con la edad?

Los niños que sufren la enfermedad están predispuestos genéticamente a padecer enfermedades del corazón, de forma prematura y progresiva.

La muerte ocurre casi exclusivamente por enfermedades del corazón, una de las principales causas de muerte en el mundo.

Como cualquier persona que sufre estas enfermedades, los síntomas comunes de la progeria son: presión alta, accidentes cerebrovasculares, angina de pecho (dolor en el pecho causado por la baja irrigación de sangre que llega al corazón), dilatación del corazón y fallos cardíacos…

Todas ellas enfermedades que se asocian con la vejez. Por lo tanto, encontrar una cura para la progeria no sólo ayudará a los niños que la padecen, sino que también servirá para ofrecer soluciones para tratar a millones de adultos con derrames cerebrales y enfermedades cardíacas asociadas con el proceso natural de envejecimiento.

Vejez Prematura Y Avejentamiento Juvenil

Enfoque cognitivo de la vejez

La vejez que va emergiendo y asomando serena y suavemente en el proceso natural de la vida, es el signo elocuente de una vida pletórica y de lucha que transita el trayecto creativo de la experiencia y el aprendizaje continuo.

La vejez por “avejentamiento”, en cambio, es el signo de una vida mal vivida.

La observación superficial muestra que la vejez equivale a un proceso de lentitud, rigidez y falta de agilidad como limitaciones adscriptas a los movimientos físicos. Por eso, todo el mundo comprende por qué el anciano no puede vivir y actuar a la velocidad juvenil. Sin embargo, también todo el mundo admite y acepta que es posible, y en no pocos casos, que el anciano bien podría mover con agilidad y velocidad su mente para aplicar su experiencia a la solución de problemas complejos. Esto permite observar casos en los que, a pesar de la disminución de la velocidad física, ello no obsta ejercer la velocidad del pensamiento.

Este hecho evidente, que se opera en el entrecruzamiento entre las dos velocidades, la física y la mental, conlleva una gran paradoja si la comparamos con otros hechos, vinculados a la vida de muchos jóvenes en quienes parecería haber cesado la lucidez del pensamiento y la agilidad mental para decidir el propio futuro.

Observar jóvenes que resisten la adaptación, que viven apegados a rutinas, que demoran y retrasan sus decisiones, que sufren inestabilidades inexplicables, que eluden el cambio por simple comodidad y les aterra lo nuevo e incierto, nos pone en presencia de un entrecruzamiento inverso entre las velocidades física y mental.

Así, a pesar de la velocidad y agilidad física, muchos jóvenes rehúyen el movimiento y las exigencias de su propio desarrollo y evolución y, al caer en la inercia y la vida estática, terminan en un estado de avejentamiento mental. Esto ocurre porque esta suerte de vejez prematura sobreviene e irrumpe por la pérdida de la esperanza y de la confianza en sí mismo y se precipita aún más cuando se refugia entre los barrotes de las gratificaciones pasajeras de una vida sin esfuerzo, infértil y ociosa.

En sentido contrario, la vejez por evolución transita con el mandato de la naturaleza, que establece no cesar el movimiento ni la permanente renovación, como formas de conservar la agilidad mental y la lucidez de pensamiento.

El secreto de ello no radica en la pertenencia a casos privilegiados, sino en la conciencia de generar movimiento y actividad constante e ininterrumpida en la vida mental y, en lo posible, en la vida física. Pero el secreto mayor está contenido en la ley de la variedad requerida (W.R. Ashby) que postula, para los sistemas en general, el mantenimiento de reservas y, para el caso del ser humano, la creación de habilidades, nuevos conocimientos y capacidades que faciliten (también a modo de reservas mentales y psico-emocionales) el intercambio y la adaptabilidad creativa con el medio.

Aplicar la ley de la variedad requerida a los planos cognitivo y psico-emocional de la vida personal, constituye la forma de mantener (en sentido pedagógico y sistémico) la vida como un proceso dinámico

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