PAIDOPSICOFARMACOLOGIA
Elesanchezt5 de Febrero de 2013
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PAIDOPSICOFARMACOLOGIA
Efectos de los fármacos en los niños
El cerebro del niño es distinto. Por lo que su química responde a los agresores psíquicos y físicos de manera distinta, a como lo hace el adulto, manifestándose con otros trastornos, además de que también responde diferente a los antidepresivos, por lo menos en algunos parámetros.
Metabolismo
Es importante considerar las características biológicas propias de esta edad, ya que los medicamentos se estudian sobre todo en los adultos jóvenes. Las diferencias fundamentales consisten en:
1. Menor capacidad para unir los fármacos a sus proteínas plasmáticas, por lo que existe una cantidad mayor del medicamento libre y activo.
2. Los medicamentos se metabolizan con mayor rapidez en el hígado, casi el doble de la velocidad promedio del adulto, de modo que la vida media y los niveles plasmáticos disminuyen.
3. La cantidad del tejido adiposo es 70% menos que el adulto, así que los niveles plasmáticos se elevan y disminuyen bruscamente, dado que este tejido de reserva es limitado, observándose más efectos colaterales y terapéuticos. Una sobredosis puede llegar a ser más peligrosa en un niño.
Cuidados
el órgano al que se dirigen estos medicamentos es distinto, pues se encuentra en proceso de maduración, donde los neurotransmisores y el grado de mielinizacion — como la arborización dendrítica ——- difieren del cerebro adulto; por ello, los resultados no son los mismos
Se desconoce si el niño es igualmente sensible que el adulto a los mismos niveles plasmáticos de los fármacos en el cerebro, por lo que se sugiere que la administración de los psicofármacos durante la primera edad requiere dosis menores y mayor fraccionamiento, para obtener niveles más estables en sangre: no obstante, la guía fundamental tendrá que ser la respuesta clínica.
Precauciones
Cualquier psicofármaco puede alterar la capacidad cognitiva, la atención, la concentración, el interés y la exploración del medio ambiente y la conducta familiar y escolar del menor, de manera que resulta de gran utilidad realizar un escrutinio tanto en la familia como en la escuela mediante escalas de valoración, para asegurarse de los cambios que se están provocando. Los fármacos que más dificultades ocasionan son los anticonvulsivos, los antidepresivos triciclico y los antipsicóticos; los dos últimos tienen un efecto anticolinérgico muscarinico, en especial las sobredosis. Es importante mantenerse alerta con todos los medicamentos que tengan un efecto sedante, ya que pueden abatir la motivación, el interés, la concentración y otros factores necesarios para la exploración del mundo extremo y propio del menor. Donde el problema se agrava es en el caso del retardo mental, que de suyo es limitante, por lo que agregar una sustancia que a determinada dosis dificulta todavía más el aprendizaje y la capacidad de ejecución implica hundir aún más al paciente en su ineficacia; por ello no deben prescribirse estos fármacos como sustituto de otros tratamientos, sino para que las relaciones humanas, la capacidad de trabajo, el aprendizaje y el intercambio social mejoren.
Como se mencionó, la mayoría de los psicofármacos mejoran solo algunos síntomas y son pocos efectivos contra los síndromes: por ello, el tratamiento no debe oscurecer el cuadro nosológico de base, sea por sus efectos colaterales o por los terapéuticos; no obstante, poder eliminar algunos síntomas puede ser factor clave para el desarrollo del menor.
Hay que evitar el mito de que los psicofármacos se usan solo para trastornos orgánicos y la psicoterapia para trastornos por experiencias traumáticas o vivenciales; el ejemplo típico es que el síndrome de Down (obviamente orgánico) no responde al tratamiento farmacológico y si a la terapia conductual, en tanto que la enuresis idiopática
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