Todos Se Van

TODOS SE VAN…

Escenario: sobre las nubes, Dios en medio de dos ríos azules que emanan salmones saltarines dorados y, al lado de los ríos, dos peñascos de alta profundidad; allí la muchedumbre frente al Dios.

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MUCHEDUMBRE: ¡los que se aman se van! –señor, los que se admiran se van, los que se amenizan se van, los que se adoran se van, los que se acongojan se van, los que se odian, se van, los que se apasionan se van, -señor. Los que se repudian se van, los que se mutilan se van, los que se lastiman se van, los que se sorprenden se van, los que se perdonan se van, los que se flagelan se van, los que se condicionan se van, los que se mienten se van, los que se lloran se van, los que se van…se van…los que llegan se van, los que quieren se van, los que se conocen se van…se van…se van.

SEÑOR: ¿acaso no sois aquellos fieles cervatillos que se aman? –pero si sois la representación del mal en la tierra, la viva expresión del imperfecto amor terrenal, mundano y terreno. Etéreo y forma física desleída por la causal metafísica de vuestros pensamientos. <Porque os vais> quedaros en la tierra. Poblad sus valles y lejanías, fagocitaos con la masa y poblad los valles de sidim en los que he depositado mi mas grande confianza y bondad. < No os vayáis>.

MUCHEDUMBRE: -señor de las huestes y jerarquías angelicales, nos vamos para no volver. Somos una amorfa masa que santifica los panes de la tierra en la más diáfana forma. La del sin pensamiento. La forma sutil y desmedrada de la carne en las carnes del bosque. Somos una triste figura llena de amor y pasión, fe y esperanza… <pero> nos vamos. –señor. Las lejanías son prontas escuchas para que encuentren suspiro para nuestros malestares. No hemos podido encontrar en tus creaciones fin en común. De que sirve ver el cielo y las estrellas si no podemos agarrar ni una sola, solo el pensamiento e imaginación que juega para que podamos imaginar que volamos cuando más cercanos estamos de nuestro propio fango. Del estiércol que producen los pensamientos débiles y transparentes de nuestros allegados. Si somos una minoría en la multitud de creaciones y átomos en la más gran versatilidad corpuscular.

SEÑOR: ¿Qué debo hacer? –si os doy los cielos para que los surquéis también querréis en pronto tiempo, lo que nunca os ha sido posible. Amar de verdad. Y es que amando de verdad, serréis la mas grande bondad y será tan grande el mordisco a la verdad, que no sabréis que la grandeza de mi interior descansa en lo que un niño llama, infancia. Y entonces jugareis el juego de la vida y saltarais en la punta de los pies cual elfos domésticos en la holganza y llamarada. Y jugareis con fuego y os lastimaríais, miedo en verdad tengo de saber cuan malos seriáis con los dones de la naturaleza. <os digo en verdad, que no se que hacer>

MUCHEDUMBRE: -señor, quien os ha dicho tales fines que buscamos, estáis equivocado, Señor. No buscamos los bienes que salen de tu poder inmaculado y febril, no somos los fantasmas que roban la energía de tus emanaciones dominicales, no somos la aspiradora cósmica, no queremos los bienes del alter ergo inmaculado. No somos eso, para querer eso; ni somos seres llenos de espíritu para querer lo que propio es del espíritu, alma o ánima. No queremos conocer los valles del dante, ni los cielos de la teoría. No queremos eso. Al contrario, queremos eso que no queremos. ¡Vivir!…señor. <solo vivir> pero sin miedo. Sin muerte, sin holocausto, sin temor a las sombras, sin miedo a la vejez, sin pavor a las enfermedades, sin el sexo que venden los pensamientos, sin las mallas de felicidad, sin el tesoro llamado amor, queremos eso que no es amor, y al mismo tiempo es más grande que el amor. No queremos el miedo que vende el amor. Queremos que reconfiguréis

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