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¿Por qué Dios permite la enfermedad?


Enviado por   •  28 de Febrero de 2018  •  Documentos de Investigación  •  1.417 Palabras (6 Páginas)  •  264 Visitas

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¿Por qué permite Dios la enfermedad?

No todos enferman por los mismos motivos. Hay algunos que enferman no por culpa propia, sino porque son contagiados por alguien más, como en el caso de la hepatitis o las ETS, o porque heredan algún padecimiento, como la diabetes. Hay otros que enferman por consecuencia de sus malas decisiones, como aquel hombre fumador o bebedor, que contrae una cirrosis o un enfisema pulmonar. Otros sufren algún accidente y alguno de sus miembros queda paralizado, o roto o atrofiado. Y otros enferman simple y sencillamente porque envejecen y su cuerpo ya debilitado no logra hacer frente a las inclemencias del tiempo. Así, la enfermedad tiene orígenes distintos, pero es inequívocamente un punzante anuncio de que la vida es frágil y efímera.

 

El hombre, como la hierba son sus días;

Florece como la flor del campo,

Que pasó el viento por ella, y pereció,

Y su lugar no la conocerá más.

Salmos 103:15,16

 

Esta es una pregunta que ha inquietado a miles de generaciones: ¿Cómo es que un Dios lleno de amor y misericordia permitiría que sus criaturas atravesaran por el cruel trance de la enfermedad? Algunos alzan su puño contra el cielo, airados contra el Creador; otros encuentran pronta resignación, pero sin lugar a dudas, aquella desconcertante pregunta se encaja de forma incisiva en la mente de todos y cada uno de los que padecen.

 

Dios permite la enfermedad, y ese es un hecho. Pero así como la enfermedad tiene distintos orígenes, así también posee diversos propósitos. Dios puede permitir la enfermedad para castigo de los injustos, como cuando castigó al rey Herodes por su altivez e irreverencia (Hch. 12:21-23) o a Nabal por su indolencia (1ª Sam. 25:37,28); Dios puede permitir también la enfermedad para disciplinar a sus hijos, como el caso del apóstol Pablo (2ª Co. 12:7-9) o la que le imputó a Giezi por su avaricia (2ª Reyes 5:25-27). Dios puede permitir la enfermedad para probar la fe de sus adoradores, como en el caso de Job, y puede permitir la enfermedad con el último propósito de que su nombre sea glorificado luego de sanar al doliente, como ocurrió con el ciego de nacimiento a quien Jesús sanó (Jn. 9:1-38) o con el mismo Lázaro, a quien Jesús resucitó, diciendo:

 

Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.

Juan 11:4

 

De modo que la enfermedad tiene distintos motivos y distintos propósitos, y todo aquel que quiera responder a la pregunta de por qué permite Dios la enfermedad, tendrá que detenerse un momento a reflexionar y examinar las múltiples razones y objetivos de ésta. Pero en su búsqueda encontrará que en más de una ocasión las personas enferman no por castigo o disciplina, no por prueba ni por gloria, sino porque al final de todo Dios ha permitido que las consecuencias de nuestro pecado nos alcancen. ¿Cómo es esto? La Biblia dice:

 

Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. Santiago 1:16,17 

 

Es decir, la Biblia afirma que ningún mal procede Dios, ni la tentación, ni el pecado, ni la maldad en cualquiera de sus formas (Stg. 1:3; 1ª Jn.1:5; 2:16). La enfermedad tampoco procede directamente de Dios, sino de manera indirecta, es decir, sin ser él la causa primaria. Job creyó que su enfermedad la había provocado Dios, cuando en realidad era obra del diablo; el apóstol Pablo era “abofeteado por un mensajero de Satanás” y aún Herodes fue herido por un ángel del Señor. De modo que la enfermedad, en diversas ocasiones, proviene de un agente espiritual. Hay, sin lugar a dudas, enfermedades provocadas por los demonios. Pero la enfermedad más común, y la más terrible, viene por causa del pecado.

 

Desde que nuestros padres, Adán y Eva, pecaron en el huerto del Edén, condenaron a la humanidad a una muerte inminente, pues su naturaleza perfecta se corrompió, así que el envejecimiento, la enfermedad y posteriormente la muerte son el resultado natural de la caída del hombre. Es por este motivo que millones de personas, sin haberlo querido, sin haberlo deseado, nacieron y aún nacen con enfermedades congénitas, con toda clase de predisposiciones y malestares diversos. En resumen, la gente enferma por causa del pecado, y el Señor ha permitido que las consecuencias negativas de éste nos alcancen a todos nosotros.

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