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Cibernauta


Enviado por   •  28 de Mayo de 2012  •  1.575 Palabras (7 Páginas)  •  348 Visitas

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Estaba, como todas las tardes, frente a la pantalla, leyendo las actualizaciones y novedades en el facebook, en el MSN y el twitter. Tenía 27 amigos en línea en ese momento y más de 1.567 amigos en el facebook.

Nicolás se sentía orgulloso al tener una larga lista de amigos y, sus amigos de navegación tenían cierta envidia y admiración por él.

No era una hora, sino más de cuatro las horas que invertía en establecer contactos diarios para ir aumentando el largo listado de amigos en las redes sociales.

Sus silencios, eran normales cuando estaba junto a sus padres y hermanos. Era inusual si hablaba mucho cuando almorzaban juntos. Estaba absorto en las últimas conversaciones, llamémoslas así, que observaba y escribía usando el teclado con sus ágiles dedos que, hasta una experimentada secretaria hubiese quedado por la rapidez y escasos errores en el tipeo.

¡Está enamorado! – era la broma que siempre decía su hermana menor cuando su mamá le preguntaba acerca de la razón de los, cada vez, más prolongados silencios y ausencias en la mesa del comedor.

Comía con la vista fija en cualquier objeto que había sobre la mesa. Y, no es que quisiera no escuchar las bromas de sus hermanos, sino, simplemente no las escuchaba.

En el dormitorio, sus padres comentaban la situación que, a su parecer, era cada vez más grave y preocupante: el ausentismo inconsciente de su hijo adolescente mayor.

Los extendidos diálogos y sus intervenciones jocosas, habían desaparecido.

En el colegio, el profesor jefe, no tenía clara la situación porque, aparentemente, en clases, seguía siendo el mismo.

Es un muchacho ordenado – decía.- No da problemas y normalmente participa de las actividades, es puntual, correcto, siempre tiene excelente presentación personal y no he escuchado ninguna queja de los demás profesores. Era el informe de los actitudinales que tenía su profesor jefe. En resumen: un adolescente normal.

¡Pondré mayor atención en él!, fue la promesa que dijo al despedirse de los padres de Nicolás.

Nada había de extraño en él. No era desordenado, ni inquieto. Realizaba los trabajos en clases de modo normal y hasta había organizado una fiesta en la casa de su compañero Rolando Arteaga.

Una conversación llamó la atención del profesor y, fue que confesó tener muchos amigos a distancia con los cuales podía compartir sus inquietudes y problemas.

Parecía que allí estaba la puerta de entrada de lo que sus padres venían como problema y la causa de sus silencios y poca participación de las conversaciones familiares.

Un día su mamá, escuchó una conversación – sin quererlo – que sostenía con un amigo que no logró identificar y que la dejó, en cierta medida, más tranquila. Estaba pololeando con una niña llamada Cecilia.

Y, todo lo que ella especulaba y cuanto se había construido en su imaginación, desapareció casi por arte de magia.

¡Ah! ¡Eso lo tenía así de silencioso!

Esa realidad, la tranquilizó el saber que su hijo estaba pololeando.

Ella y su esposo, no sabían que la tal Cecilia, era una polola con la que se encontraba y compartía todas las tardes desde su dormitorio por medio del Facebook y MSN

Era una polola con rostro ficticio.

La niña, de tan solo catorce años, había subido a su perfil una foto de una niña de dieciséis años, hermosa, atractiva. Él, por su parte, había puesto en su perfil la mejor foto que había logrado con una sofisticada cámara digital, más unos arreglos con un software de fotografías, le hacía ver un joven muy apuesto, de mirada inocente que inspiraba algo especial e irremediablemente ejercía sobre sus tantas amigas virtuales una poderosa e irresistible atracción. Ambos usaban un nombre ficticio.

Nicolás, tiene quince años. Su pelo castaño claro y sus ojos color verdoso con cierto rasgo de raza oriental, su tez de color mate, da la sensación de ser amoroso y, a la vez, sus rasgos y el dibujo perfecto de sus cejas dividas por un ceño que denuncia un temple y carácter de hombre decidido, lo hace ver como el modelo de niño perfecto o soñado por cualquier adolescente. Era así la foto que había subido a su perfil que mostraba parte de su caja toráxica que aumenta las expectativas de ser un adolescente atlético y fuerte.

Sus virtudes y capacidades, las potenciaba aún más pero, de un modo muy inteligente, con la finalidad de despertar admiración en el inmenso auditorio de sus más de 1.567 amigos. El porcentual de mujeres claramente era muy significativo, un 87%.

Cecilia, por su parte, también se había apropiado de otra apariencia. Era perfecta, atractiva, de una sensualidad inocente, casi de una pureza soñada. Una niña de esas pocas que quedan. Así pensaba Nicolás.

Ella, acusaba medir un metro y sesenta y dos centímetros y de un peso de

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