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LA SEXUALIDAD: UNA PRODUCCIÓN CULTURAL

“Los jóvenes” no constituyen una entidad en sí misma, una categoría aislada, un referente teórico alejado de nosotros. Es necesario ser jóvenes para pensar con ellos y estar con ellos. Ni siquiera se trata de preguntarnos si damos la palabra a los jóvenes. Ellos ya tienen la palabra. Desde todos los tiempos los movimientos juveniles han sido los impulsores de los cambios culturales. Los ideales de los hijos suplantan a los de los padres, es la ley del tiempo. Los jóvenes garantizan la sustitución de lo viejo por lo nuevo, son los manufactureros, artífices de la cultura.

La sexualidad ha sido desde siempre, una brújula cultural. Los modos de vivir los cuerpos y de pensar el sexo cambia según los tiempos y las geografías. Nuestra relación con los placeres, y con los otros varían en el tiempo. Si perdemos de vista la historia, estamos perdidos. “Hombre, mujer, homosexual, heterosexual, no hacen a la naturaleza de las personas, sino que se trata de identidades producidas a lo largo de la historia por la cultura occidental. La sexualidad es una producción cultural, y su historia es la historia de esa producción. Al mismo tiempo debemos tener en cuenta que la sexualidad como producción cultural ha sido utilizada e incluso construída acorde a la economía del poder de los sistemas de turno.

En Grecia antigua, por ejemplo, cuentan los historiadores, el sexo era festivo y alegre, la relación del hombre con el joven no era considerada anormal o desviada persé. Se trataba de cultivar y diversificar los placeres. Era el arte erótico. Para beneplácito de los griegos, las personas aún no eran clasificadas según sus gustos sexuales, ni el sexo era aún objeto de estudio. Hubo que aguardar primero el judeocristianismo y luego la proliferación de las ciencias para que el cuerpo sea marcado con el estigma del pecado, la virginidad en la mujer como un foco rojo, la conducta sexual observada, normativizada y clasificada. Occidente hace del arte erótico griego, una ciencia sexual. Ya no se tratará de hacer, sino de estudiar, observar y confesar.

En el fervor del progreso, el método científico se extiende: el objeto de estudio debe ser encerrado, observado, estudiado y clasificado. (así las plantas, así los animales.) Nace el hospital psiquiátrico. También las personas serán clasificadas según parámetros arbitrarios de salud- enfermedad. Así, la idea de “normalidad y desvíos son construcciones temporales en las que intervienen tres ejes: el discurso religioso, el discurso médico-científico y la moral de los sistemas dominantes. Tendemos a confundir lo normal con lo natural. En verdad, la idea de lo “normal” y sus desvíos son construcciones arbitrarias que cambian

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