Las Animitas

Animitas: identidad de muchos… pero no de todos

No es nada extraño ir caminando por la calle y ver una, generalmente pequeña, edificación llena de velas y muchas veces con mensajes de agradecimientos por ¨favores concedidos¨. Nos referimos a las animitas, aquellas que se instalan en el lugar donde ocurrió una tragedia, una cruel muerte de un ser al que se le hace homenaje a través de la visita y decoración de estas verdaderas pequeñas ¨iglesias¨ para así recordarlo y dar a conocer a los demás la triste historia de su partida.

Esta tradición forma parte importante dentro de la identidad chilena y es algo que llama claramente la atención de los extranjeros al momento de visitar nuestro país.

Muchas veces las tragedias tras estas animitas llegan a transformarse en verdaderas leyendas urbanas que se difunden hasta el punto de transformarse en una tradición para aquellos que las visitan, adornan, escriben favores al protagonista de tal desgracia y creen en que este los cumplirá. Sin embargo, hay algo que no logramos entender de esta costumbre. Sabemos que Chile es un país en donde la mayoría de su población declara creer en Dios, y a partir de esto es que nace nuestra inquietud, pues existe una clara contradicción entre lo que dice la biblia (libro que fue inspirado por Dios) y la tradición motivada por el afán de la gente de buscar respuestas por un medio totalmente alejado a lo que está escrito en la palabra.

No logramos entender el hecho de que si estas personas creen en Dios no lo busquen a él como un padre y no le entreguen sus cargas y pesares para que haga su voluntad; y por el contrario ellos se refugian en la vaga creencia de que unas personas, que lamentablemente, partieron tras una muerte trágica, puedan ayudarles al interceder entre ellos y Dios o, peor aún, que estas mismas personas actúen como si fueran Dios. Con lo anterior se olvidan de que Dios mandó a su hijo Jesús para que a través de él pudiéramos acercarnos al padre, esto se evidencia en la biblia en 1 Timoteo 2:5 que dice ¨Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre…¨; además se olvidan de que en los tiempos de Jesús él sanaba a los paralíticos, curaba leprosos, daba vista a los ciegos, resucitaba los muertos, y que en nuestros tiempos Jesucristo sigue sanando, y no solo físicamente sino el alma de quienes se encuentran mal espiritualmente y lo buscan con un arrepentimiento sincero, en resumen “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Heb.13:8).

Buscando en la biblia nos hemos encontrado impactantes verdades que coinciden con el tema y que dicen ¨Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben…¨ (Eclesiastés 9:5); ¨No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego…ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová

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