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Las bienzaventuranzas


Enviado por   •  13 de Junio de 2018  •  Ensayos  •  4.727 Palabras (19 Páginas)  •  202 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Es común recurrir a las bienaventuranzas para dar fe de una felicitación a aquellas personas que, por mantener una buena conducta, o por tener una determinada cualidad, están relacionadas con Dios, quién es aquel que otorga felicidad y vida.

Estas palabras, concentran el conjunto del ministerio público y enseñanzas de Jesús acerca de la compasión y la espiritualidad. Al mismo tiempo, presentan un nuevo conjunto de ideales: Se centran en la humildad y el amor al prójimo para ser bienaventurado, frente a la imposición y la fuerza.

En este trabajo, trato de desglosar poco a poco cada bienaventuranza, para ir conociendo que es lo que Dios nos está diciendo directamente a cada uno de nosotros. Es necesario siempre el meditar, reflexionar, pero sobre todo llevar a la vida diaria la Palabra que Dios nos está diciendo.

En la vida del seminarista deben estar siempre presentes estas palabras de Nuestro Señor Jesucristo, en las cuales nos invita a vivir confórmame a nuestra vocación y teniendo de modelo a todos los santos, a María y sobre todo a Él que es la perfección en el amor; si nuestra meta es ser Santos y llegar a estar un día en la presencia de Dios, es necesario entonces vivir para ello, sirviendo a mis hermanos, buscando la paz, el amor y la unidad, es no acobardarnos ni mirar hacia atrás, sino tener fija la mirada en aquel que no quita nada sino al contrario lo da todo.

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Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Bienaventurados serán cuando los injurien, los persigan y digan con mentira toda clase de mal contra ustedes por mi causa. Alégrense y regocíjense porque su recompensa será grande en los cielos. >> Mateo 5, 1-12

1.- Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Esta es una hermosa Bienaventuranza, tema que declara felices a los considerados pobres de espíritu, porque a ellos pertenecerá el gran Reino de los cielos. Es importante destacar que estamos en un tiempo donde tantas personas sufren diariamente a causa de la crisis económica, social y política. Aunque suene paradójico colocar la pobreza al lado de la felicidad, pero según esta bienaventuranza la pobreza de espíritu es una bendición y se refiere a la sencillez y humildad que debe tener el ser humano.

Para comprender mucho mejor lo que significa ser “pobres de espíritu”. Cuando Jesús el hijo de Dios se hizo hombre, eligió andar en un camino de pobreza y humillación. Siendo un poderoso Rey con una condición divina, se despojó de todo para adquirir una condición de esclavo, en pocas palabras se hizo semejante a los hombres.

Jesús se despoja de su gloria demostrándonos con esa acción la elección de pobreza: siendo rico, se hizo pobre para de esa forma enriquecernos a nosotros con su pobreza (Cor. 8,9). Fue allí donde inicio el misterio que contemplamos en Belén, cuando el Hijo de Dios nace en un pesebre y después fue crucificado en una cruz, donde la humillación llegaría a su final.

San Francisco de Asís entendió muy bien el secreto que guarda esta Bienaventuranza de los llamados pobres de espíritu. De hecho, cuando Jesús estaba en el Cruz, reconoció en ese momento la grandeza de Dios y su condición de humildad.

Por eso en la oración, San Francisco pasaba muchas horas preguntando a Dios: ¿Quién eres tú? Y ¿Quién soy yo? Ya que se despojó de una vida acomodada para desposarse con la “Pobreza”, siendo un gran imitador de Jesús y así seguir el Evangelio. Desde ese momento Francisco decidió vivir la imitación de Cristo y el amor a los pobres.

En la vida del seminarista es muy importante reconocer que el (seminarista) no es nada y que Dios lo es todo, que nosotros solo somos instrumentos de aquel que es la fuente del amor y misericordia. De igual manera estar siempre mirando la pobreza del hombre y estar reconociendo la grandeza del Rey de Reyes.

2.- Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación

Antes de analizar la segunda bienaventuranza que nuestro Padre enseñó a sus discípulos en el Sermón de la Montaña. Hay que especificar que la palabra bienaventurado quiere decir “dichoso o feliz” es importante destacar que las bienaventuranzas es un marcado contraste entre la llamada felicidad según Dios y la felicidad que conocemos en el mundo.

El otro aspecto a considerar es que nos presentan las diferencias entre un creyente de las enseñanzas de Jesús y un incrédulo. Es decir, hace referencia a la descripción del carácter del creyente que difiere, con el carácter de aquel que sigue al mundo.

Para lograr entender esta segunda bienaventuranza, comenzaremos por describir quienes “No” son los que lloran. Destacaremos algunas ideas equivocadas acerca de (los que lloran). Los considerados bienaventurados que lloran NO son:

-Aquellos incrédulos que sufren cuando fracasan.

-Los hombres mundanos que constantemente lamentan sus desgracias.

-Los que se refiere al creyente que sufren por la obediencia y la justicia.

Pero entonces ¿A quiénes se refiere cuando hablan de los que lloran”?

Para comprender mejor, es importante analizar bien el contexto y en el verso anterior nos dice “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo. 5:3).

Se está refiriendo a aquellos que comprenden su miseria espiritual cuando se encuentran en la presencia de Dios, a ellos que están consientes que están arruinados espiritualmente. También a ellos que reconocen su pobreza en comparación a la santidad divina.

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