PRESBITERORUM ORDINIS

DECRETO

PRESBITERORUM ORDINIS

SOBRE EL MINESTERIO Y VIDA DE LOS PRESBITEROS

Los presbíteros, por la ordenación sagrada y la misión que reciben de los obispos, son promovidos para servir a cristo maestro, sacerdote y rey, de cuyo ministerio participan.

Por lo cual para que el ministerio de los presbíteros se mantenga con mas eficacia en las circunstancias pastorales y humanas, cambiadas radicalmente y se atienda mejor a su vida, este sagrado concilio declara y ordena lo que sigue:

El presbiterado en la misión de la iglesia:

No hay miembro alguno que no tenga su cometido en la misión de todo el cuerpo, sino que cada uno debe glorificar a Jesús en su corazón y dar testimonio de el con espíritu de profecía.

Cuya función ministerial se ha confiado a los presbíteros, en grado subordinado, con el fin de que, constituidos en el orden del presbiterado, fueran cooperadores del orden episcopal para el puntual cumplimiento de la misión apostólica que cristo les confió.

El ministerio de los presbíteros por estar unido al orden episcopal, participa de la autoridad con la que cristo mismo forma, santifica y rige su cuerpo.

Dios concede a los ‘presbiteros la gracia de ser entre las gentes ministros de Jesucristo, desempeñando el sagrado ministerio del evangelio. Porque su servicio que comienza con el mensaje del evangelio, saca su fuerza y su poder del sacrificio de cristo.

Por consiguiente el fin que buscan los presbíteros con su ministerio y con su vida es buscar la gloria de dios padre en cristo.

Pero al mismo tiempo requiere que vivan en este mundo entre los hombres y, como buenos pastores, conozcan a sus ovejas y busquen incluso atraer a las que no pertenecen todavía a este redil, para que también ellas oigan la voz de cristo y se forme un solo rebaño y un solo pastor.

Los presbíteros tienen como obligación principal el anunciar a todos el evangelio de cristo.

Porque con la palabra de salvación se suscita la fe en el corazón de los no creyentes y se robustece en el de los creyentes.

Debe enseñar no su propia sabiduría sino la palabra de dios, e invitar indistintamente a todos a la conversión y a la santidad.

Por el bautismo introducen a los hombres al pueblo de dios, por el sacramento de la penitencia reconcilian a los pecadores con dios y con la iglesia, con la unción de los enfermos alivian a los enfermos, con la celebración, sobre todo, de la misa ofrecen sacramentalmente el sacrificio de cristo.

La celebración eucarística es el centro de la congregación de los fieles.

En la edificación de la iglesia, los presbíteros deben vivir con todos con exquisita delicadeza, a ejemplo del señor.

Los presbíteros tienen encomendados de manera especial a los pobres y los más débiles, a quienes el señor prefiere. También se atenderá con diligencia especial a los jóvenes y los cónyuges y padres de familia.

No se edifica una comunidad cristiana si no se tiene como raíz y quicio la celebración de la sagrada eucaristía. En la estructuración de la comunidad cristiana los presbíteros no favorecen a ninguna ideología ni partido humano.

Estén unidos a su obispo con sincera caridad y obediencia. Ningún presbítero, por tanto, puede cumplir cabalmente su misión aislada

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