Los consumidores compren cada vez que se dañe dicho productos

Su única finalidad es que, los consumidores compren cada vez que se dañe dicho productos. Se creía que, como resultado de esto, habría más empleo y subiría la economía. Esto produjo un efecto en el consumidor, ya que se sufría una frustración al saber que el producto no iba a durar mucho.

        En 1972, en una estación de bomberos se dieron cuenta de que una bombilla había durado mucho tiempo, e imediantamente pensaron en que algo tan duraradero no sería beneficioso para la economía, porque las personas comprarían una vez la bombilla y no comprarían de nuevo. Por está razón se creo una ley llamada “la ley de las mil horas de vida”, con esto se quería reducir la vida de las bombillas. En otras palabras, su único objetivo era económico

Actualmente, esta programación es muy usada por las diferentes empresas fabricantes de productos y servios, especialmente las de tecnologías digitales, que hacen productos con una duración limitada, para que el usuarios los descarte y compre otros nuevos. Del mismo modo, dichos productos nuevos también durarán un tiempo limitado.

En conclusión la obsolescencia programada puede considerarse como una estafa, por parte de los fabricantes, ya que producen una gran cantidad de equipos, con materiales que no duraran mucho tiempo, materia primas de mala calidad, o simplemente nuevos productos que descontinúen el ya adquirido. Por todo lo dicho las consecuencias de estos fenómenos son claras, por una parte el bolsillo del consumidor siempre será afectado  al verse obligado a sustituir su producto por otro nuevo, por otra  las consecuencias psicológicas también son evidentes. Llegan incluso a modificar nuestras pautas de consumos (comprar, usar, tirar, comprar…) haciéndonos desear productos que ni necesitamos.

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