Anarquitectura
jaid5 de Mayo de 2014
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En 1973 Gordon Matta-Clark, George Trakas, Richard Nonas, Suzanne Harris, Richard Landry, Tina Girouard, Jeffrey Lew, Bernard Kirschenbaum, Laurie Anderson, SusanWeil y Jean Dupuy, formaron en Nueva York el colectivo llamado Anarquitectura, un grupo desprovisto de cualquier compromiso formal que une los conceptos de Anarquía y Arquitectura. Proponían una exploración radical de los espacios olvidados o descuidados del entorno urbano, exploraban la dimensión, la ubicación y la metáfora arquitectónica. Creaban vías metafóricas para poner en evidencia el aspecto funcional de la arquitectura, intervenían espacios residuales, lugares no desarrollados, que interrumpían los movimientos de la vida cotidiana.Discutían el carácter ambiguo del espacio y reflexionaban sobre lo transicional o lo transpocisional en la práctica anarquitectónica. Matta-Clark observó que sus cavilaciones no se limitaban a problemas propiamente de arquitectura, sino que con ellas se pretendía investigar la idea de lugares fuera de la arquitectura, sin la arquitectura, o extraarquitectónicos. Era preciso trabajar contra el edificio y el diseño, porque la Anarquitectura no intentaba resolver ningún problema.
epulare
Entrevista a Francesco Careri, laboratorio de arte urbano Stalker/Osservatorio Nomade.La reciente visita de Francesco Careri a Barcelona fue una excelente ocasión para conversar en torno a cuatro temas: ciudad contemporánea, aparendizaje de arquitectura, uso de tecnologías en registros urbanos y situación profesional.Careri, es miembro co-fundador de Stalker/OsservatorioNomade y autor del libro de referencia “Walkscapes. El andar como práctica estética” (Editorial Gustavo Gili. Barcelona 2002. Directora de la colección: Daniela Colafranceschi).
La sesión se inició con una visita a la exposición Fronteras del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), que dio pie a la animada conversación aquí recogida:
Jorge García de la Cámara (JGC): Acabamos de visitar la exposición Fronteras recién inaugurada por el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), en la que se propone un recorrido transnacional al concepto de borde, a esos lugares de transformación, legitimidad o condena que son las fronteras contemporáneas. En tu conferencia de esta mañana, nos has estado hablando de la necesidad de colocaros en los espacios marginales de la ciudad para poder observarla y comprenderla, unos espacios cambiantes, nómadas, en constante desplazamiento cada vez que alguien trata de imponerles un orden. Tanto en la escala transnacional como en la transurbana, hablamos de un cambio de estado, de una condición diferente en el hecho de atravesar o estar. Desde todos estos años de experiencia en Stalker/OsservatorioNomade, me gustaría que nos hablaras de tu idea de frontera, de esas líneas o lugares de transición, de los márgenes vitales de la ciudad.
Francesco Careri (FC): La palabra frontera me remite a cientos de ideas sobre las que hablar. Una muy interesante es la diferencia entre confín y frontera, ambos conceptos desarrollados por Piero Zanini en su libro “Signifcati del confine” (Bruno Mondadori, Milano 1997). Visitando la exposición del CCCB, hay un momento en que se nos muestra la frontera entre México y Estados Unidos en un lugar donde el muro ciego es sustituido por verjas. A través de ellas familiares y amigos de ambos lados, se pueden encontrar, hablar, tocar. Me pregunto por qué las fronteras no toman espesor y generar así un espacio en el que poderse sentar a hablar, refugiarse para hacer el amor… ¿Por qué no existen verdaderos espacios de frontera? Serían espacios de pertenencia a uno y otro lugar, y no a ninguno de ellos. Eso me interesa más que un muro o una línea.
Transborderline, el objeto que proyectamos en OsservatorioNomade -con Stalker en 2000-, sintetiza la idea que tenemos de frontera, en el sentido estricto de ensanchar la línea. La ciudad contemporánea necesita de espacios de intercambio entre los ámbitos nómadas y sedentarios. Zonas francas en las que se pueda hacer cosas no permitidas en otras partes de la ciudad. Estas son las zonas fronterizas y centran la investigación desarrollada en Transborderline.
Otro aspecto que me interesa de la frontera son los pueblos nómadas, los rom, por ejemplo. No conocen fronteras y simbolizan uno de los problemas más urgentes de la humanidad. Un pueblo con lengua propia en todos los estados europeos, que nunca ha declarado guerra a nadie; un pueblo sin estado, y que a diferencia del pueblo judío, no está en su búsqueda -la búsqueda de una patria, una tierra prometida-. Su estado es toda la tierra. Resulta increíble cómo nuestra cultura no lo acepta y se empeña en hacerlo desaparecer, transformarlo completamente, como si no estuviera legitimizado a existir.
En la actualidad desarrollamos una investigación en Roma, “Sui letti del fiume” (sobre los lechos del río), un trabajo realizado con los alumnos de Roma Tre, siguiendo el curso del Tíber desde la costa ostiense hasta Roma, en el que tratamos de conocer la realidad de las personas que duermen junto al río. A lo largo de su curso, viven muchas más personas de lo que cualquier romano pudiera imaginar.
Hay personas viviendo en palacitos, muchas originarias de Rumanía, también de Bosnia; hay otras viviendo en caravanas y que nunca aceptarían vivir en una casa convencional; sin embargo, otras, reclaman el vivir en una habitación estándar… El mundo nómada en Roma es un mundo diferenciado y complejo, en el que es difícil llegar a conclusiones.
Por ejemplo, hace unos días visitamos un campamento con más de 500 personas viviendo bajo una autopista, un lugar prácticamente sin luz, enfermo, agónico. Resulta increíble la naturalidad con la que las personas pueden vivir en esas condiciones. Hay una contradicción difícil de comprender: al tiempo que se lamentan de vivir en ese lugar, se muestran resignados, acostumbrados.
No planteamos dar una respuesta a todas estas situaciones. Nuestro interés está en las estrategias para conocer una realidad, reflexionar sobre ella y desvelarla. En Roma se desconoce la realidad de los márgenes del río. Me gustaría poder estimular la opinión pública para que también otros pudieran reflexionar y activar posicionamientos ante un tema tan urgente.
JGC: Stalker, como colectivo, surge a raíz de las movilizaciones universitarias en la Italia de los primeros años 90. Toda esa energía concentrada en el movimiento La Pantera supuso un revulsivo y una incitación a revelaros contra la enseñanza de arquitectura recibida y sobre los modelos de construcción de ciudad propuestos. A veinte años vista, ¿qué universidad te encuentras en 2007 y cuál es tu poscionamiento en torno a la docencia sobre la experiencia de la ciudad?
FC: Empecé en la docencia pronto. Cuando en 1994 tuve un curso en Francia –en Italia resultaba imposible- comprendí que era factible transmitir el pensamiento Stalker; un pensamiento que se podía comprender, algo de lo que se podía hablar, y en el que los jóvenes estudiantes podían participar activamente. Desde entonces, he desarrollado workshops por todo el mundo, siempre proponiendo temas de trabajo que me habría gustado me propusieran cuando era estudiante.
Ahora, en Roma Tre, he podido desarrollar un proyecto académico, “Arte civica”, desde el que dar testimonio a las transformaciones de nuestro territorio inmediato. El curso se estructura en torno a una serie de caminatas semanales con los estudiantes por los alrededores de Roma. Este tipo de trabajos abre de manera extraordinaria la mentalidad de los alumnos, especialmente en un momento en el que los estudiantes de arquitectura apenas se paran a conocer su ciudad y difícilmente salen del circuito Universidad-casa-ocio nocturno. Casi no saben dónde viven.
Algo ocurre en las Escuelas de Arquitectura y Bellas Artes, y es que tratamos de formar “singulares mediáticos”, como si algún día todos ellos pudieran ser un Frank Gehry o un Jean Nouvel. Es una gran estafa, y sobre todo, no es lo que éticamente hemos de hacer y enseñar. Es denunciable esa incitación a la constante búsqueda por ser diferente a los otros, ese permanente estado de competición.
JGC: La masificación de las ciudades y la competitividad del mercado profesional dan por válido más que nunca el lema infantil “solo no puedes, con amigos sí” como mecanismo de supervivencia.
FC: Sí, pero el ideal es ser el dueño de un grupo.
JGC: Sí, de acuerdo, pero alrededor del dueño del grupo necesariamente ha de haber siempre un grupo de profesionales trabajando en equipo. No ser consciente de ello es ir en contra de las reglas del mercado. Incluso cada vez más, ese “dueño del grupo” tiende a diluirse, a desparecer, a convertirse en mera comparsa.
FC: Lo que me gustaría que comprendiesen los estudiantes es que hay otras formas de trabajo, otros ideales, que es posible hacer una arquitectura, no sólo y necesariamente “low-tech” y económica, sino también sensible con los problemas del lugar. Si hay un problema, hay arquitectura. Hay infinidad de maneras de transformar los problemas, de afrontarlos.
JGC: Es habitual en los trabajos de los alumnos sobre problemas urbanos observar lecturas estrictamente negativas sobre realidades concretas, sin atender a lo que encierran de oportunidad. ¿De qué forma estimulas a un cambio de actitud que vea oportunidad ahí donde sólo se ve fracaso?
FC: Una cosa que aprenden los estudiantes es a dar importancia a sus capacidades relacionales, a darse cuenta que estudiar arquitectura no solo es dibujar, hacer una maquetas bonitas, sino también hablar con los otros, preguntar, enriquecerse.
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