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Apacibilidad


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2011  •  1.573 Palabras (7 Páginas)  •  463 Visitas

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“En el griego clásico, esta es una palabra encantadora. Aplicada a las cosas, significa ‘suave’. En este sentido se usa, por ejemplo, respecto de la brisa o de la voz. Aplicada a las personas, significa ‘grato’”. “Hay docilidad en praus, pero tras esa docilidad está la fuerza del acero [...]. No es una docilida.

consiste ‘no sólo en el comportamiento externo de la persona; ni tampoco en sus relaciones con sus semejantes; tampoco se trata meramente de su disposición natural. Más bien es una obra efectuada en el alma; y sus ejercicios son en primer lugar y ante todo para con Dios. Es aquella disposición de espíritu con la que aceptamos Sus tratos con nosotros como buenos, y por ello sin discutirlos ni resistirlos; La palabra pra•ýs se traduce de diversas maneras en diferentes versiones de la Biblia: “manso”, “apacible” (BC), “de genio apacible”, “apacible” (NM), “paciente”, “humilde”, “dulce” (LT). Sin embargo, como se comenta en la obra de Barclay antes citada, pra•ýs va un poco más allá de la mansedumbre o la docilidad, y cuando se usa respecto a personas, puede significar grato, apacible, afable.

Mansedumbre: Apacibilidad de carácter exenta de altivez o vanidad. Predisposición mental que permite sufrir con paciencia las ofensas que se reciben sin irritación, resentimiento o ánimos de venganza. La mansedumbre está estrechamente enlazada con otras virtudes, como la humildad y la amabilidad, de las que rara vez se la halla separada. (Véanse APACIBILIDAD; HUMILDAD.) La palabra hebrea traducida “manso” (‛a•náw) viene de la raíz ‛a•náh, que significa “afligir; humillar”.

En la Biblia se destaca la mansedumbre como actitud mental que se tiene, en primer lugar, hacia Dios, y después, hacia el prójimo. Por ejemplo, está escrito: “Los mansos ciertamente aumentarán su regocijo en Jehová mismo”.

En el hogar: En la familia

3 Un ámbito donde resulta esencial la apacibilidad es en el seno familiar. La Organización Mundial de la Salud considera que la violencia doméstica plantea mayores riesgos para la mujer que los accidentes automovilísticos y el paludismo juntos. Por ejemplo, en Londres, una cuarta parte de los delitos violentos denunciados se cometen en el hogar. Es común que al acudir la policía, la gente esté desfogándose con “gritería y habla injuriosa”. Y lo que es peor, muchos matrimonios dejan que la “amargura maliciosa” socave su relación. Todo lo anterior es el lamentable reflejo del “espíritu del mundo”, por lo que es inadmisible en las familias cristianas . La apacibilidad calma el ambiente y aporta un agradable contraste con las riñas y discusiones que reinan en muchos hogares. Aunque es importante lo que se dice, es en la forma de decirlo donde se dejan ver las intenciones. Si expresamos con apacibilidad lo que nos preocupa, se reduce la tensión, tal como indicó el sabio rey Salomón: “La respuesta, cuando es apacible, aparta la furia, pero la palabra que causa dolor hace subir la cólera” (Proverbios 15:1). La relación entre padres e hijos puede ser tirante, sobre todo si falta el amor a Jehová. No obstante, en todo hogar cristiano debe prevalecer la apacibilidad. El apóstol Pablo aconsejó a los cabezas de familia: “No estén irritando a sus hijos, sino sigan criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová” (Efesios 6:4). Cuando reina la apacibilidad en la casa, se fortalecen los vínculos entre los progenitores y sus hijos. Dean, que tenía otros cuatro hermanos, comenta: “Papá era muy apacible. No recuerdo haber discutido con él ni una sola vez, ni siquiera en la adolescencia. Él no perdía nunca los estribos, aunque estuviese enojado. A veces me castigaba mandándome a la habitación o privándome de algo que me gustara, pero nunca peleábamos. Más que un padre, era nuestro amigo, y no queríamos fallarle”. Ciertamente, la apacibilidad estrecha los lazos entre padres e hijos.

En el ministerio

7 Otro ámbito en el que resulta esencial esta cualidad es en el ministerio cristiano. Al anunciar las buenas nuevas, nos encontramos con personas con actitudes muy distintas. Algunas escuchan con gusto el mensaje de esperanza que les llevamos, pero hay quienes, por una u otra razón, reaccionan mal. En este último caso, la apacibilidad nos facilita cumplir con la comisión de ser testigos hasta la parte más distante de la Tierra (Hechos 1:8; 2 Timoteo 4:5).

8 El apóstol Pedro escribió: “Santifiquen al Cristo como Señor en su corazón, siempre listos para presentar una defensa ante todo el que les exija razón de la esperanza que hay en ustedes, pero haciéndolo junto con genio apacible y profundo respeto” (1 Pedro 3:15). Puesto que nos aferramos a Cristo como Dechado, procuramos mostrar apacibilidad y respeto cuando damos testimonio a quienes nos hablan con rudeza. De este modo solemos obtener magníficos resultados.

En la congregación

12 El tercer ámbito en que resulta esencial la apacibilidad es en la congregación cristiana.

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