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Arqueologia


Enviado por   •  11 de Febrero de 2015  •  461 Palabras (2 Páginas)  •  170 Visitas

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Cicerón, pensador romano (106-43 a.C.) se encargará de definir los principios fundamentales de esta Ciudad ecuménica (universal) en que está a punto de convertirse la Roma conquistadora. Señala que existe una ley natural, válida para todos los hombres, que está inscrita en el propio orden del cosmos, la que podemos conocer a través de la razón, que es inmutable y eterna y que debe ser tomada como regla absoluta de toda constitución y de toda legislación. La naturaleza (cosmos), que es lo mismo que la Razón, es entonces la norma de la organización justa y de la acción virtuosa que bastaría con aprender a conocer sus incitaciones y obedecer¬las para obrar de forma conveniente. Sin embargo, las malas costumbres y las pasiones llevan a los hombres lejos de sus enseñanzas.

A partir de este momento, las legislaciones aparecen a menudo como productos de esta ignorancia. El mérito de las instituciones romanas es haber definido la comunidad que rigen con el vínculo del derecho y sobre un orden político estrictamente determinado. Consecuentemente la República alcanza otra calidad formada por experiencia y por reflexión; es también, en cierta forma y tanto como lo permita la contingencia histórica, la expresión de la ley natural. La Ciudad ecuménica puede ser así comprendida, en la medida que cada vez concede más el derecho de ciudadanía y hace beneficiarios a los pueblos conquistados, de las garantías del derecho romano, considerado como el núcleo de una organización universal que hace de cada uno un ciudadano del mundo, un cosmopolita.

Cicerón adelanta teóricamente el orden imperial. Al recuperar el tema de la constitución mixta, esboza la imagen del príncipe-árbitro, “tutor y defensor de la República”. A la muerte de Cicerón, dieciséis años después, Octavio Augusto recibe el título de Emperador.

El Imperio como forma política, se inscribe en el destino de Roma y por el tipo de orden que ejerce, su capital será la Ciudad encargada de realizar su virtud y difundir universalmente su civilización. El poder que define, actualiza de una forma ejemplar la división de funciones sociopolíticas característica de la cultura occidental. Bajo la tutela del emperador César Augusto y con plenos poderes, se equilibran, según su jerarquía, las tres «fuerzas» constitutivas de la comunidad: en la punta, los sacerdotes-reyes, senadores y magistrados civiles que tienen a su cargo la comunicación con los dioses y la administración de la república bajo la invocación de Júpiter; la clase de los guerreros que defiende la Ciudad y bajo la advocación de Marte extiende su gloria y; en la base, bajo la advocación de Quirino, la

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