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Chorrada


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2012  •  Informes  •  773 Palabras (4 Páginas)  •  221 Visitas

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Era noche cerrada cuando una figura se distinguió entre los árboles, lenta y serena, caminaba sin hacer el más leve sonido acercándose a su objetivo. El humo de la hoguera que se hallaba encendida en mitad del claro se veía desde los picos de las montañas próximas, ocultando, sin embargo, su vista a otros posibles curiosos que estuvieran al otro lado del valle. La figura se acercó lo suficiente como para escuchar con nitidez la conversación de las personas que se hallaban alrededor de la hoguera, también pudo distinguir sus ropajes con la tenue luz del fuego, eran meros asaltantes, bandidos de los caminos que atacaban a cuanto viajero cruzase por el valle. Hablaban de la captura del día, una pequeña caravana de comerciantes que iba de camino a Lemta, la única ciudad que había en el valle a excepción de algunas aldeas, para vender sus mercancías y seguramente comprar algo de la preciada seda del valle. Odiaba tener que esperar, pero era una locura acercarse a la hoguera con la esperanza de razonar con los bandidos, permanecería en la espesura hasta que todos durmieran. El bosque no era un buen sitio donde estar de noche, él lo sabía, por lo que, cuando el claro estuvo por fin en calma, se adentró en el pequeño campamento para coger aquello que necesitaba, unos pantalones de cuero recio, una camisa vieja, una daga y unas botas, no quería coger más que lo justo. Se retiró a un rincón del campamento, apenas bañado por la luz de las moribundas brasas, para vestirse lo más aprisa posible pero un sonido lo paralizó cuando apenas tenía los pantalones puestos. Un ruido extraño y desconcertante para todo aquel que no fuera del valle, sin embargo, era muy familiar tanto para los bandidos, los cuales empezaron a despertar lentamente, como para la figura a medio vestir que pugnaba por dejar de temblar y terminar de vestirse. Eran seis los asaltantes que había en el campamento y todos se había despertado al escuchar el ruido, cogieron sus armas, unas espadas un poco oxidadas y un arco maltrecho, mientras permanecían agazapados, a la espera. Parecían obviar la figura que seguía paralizada y semidesnuda en un lado del campamento, sólo pensaba en el ruido.

-Muchacho, ponte la camisa y coge un arma o no verás salir el sol-dijo uno de los asaltantes.

-No importa...moriremos igual-logró articular fingiendo entereza.

-¿Cómo te llamas, chico?-pregunto el mismo asaltante.

-Tálem...-respondió escuetamente el muchacho.

-Tálem, intuyo que quieres vivir a pesar de ver que nos has robado, algo bastante suicida-dijo su interlocutor- yo también quiero vivir y necesito una espada más, así que ármate o te mataré yo mismo.

Acorralado entre la espada y la pared, Tálem cogió una espada de un saco que le había señalado el que parecía ser el jefe de los bandidos. Vestido finalmente, blandió la espada al frente al igual que

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