El Amor En Los Tiempos De Colera
Julces319 de Abril de 2014
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De allí nació un experimento sonoro cuyo título original fue Homenaje a
Joyce, una especie de transmisión radiofónica de cuarenta minutos que se iniciaba con la lectura
del capítulo II del Ulises (el llamado 'de las Sirenas', orgía de onomatopeyas y aliteraciones) en
tres idiomas: en inglés, en la versión francesa y en la italiana. Sin embargo, después, dado que el
propio Joyce había dicho que la estructura del capítulo era de fuga per canonem, Berio
comenzaba a superponer los textos a manera de fuga, primero inglés sobre inglés, luego inglés
sobre francés y así sucesivamente, en una especie de polilingüe y rabelaisiano fra Martino
Campanaro, con grandes efectos orquestales (aunque siempre con la voz humana única y
exclusivamente), y finalmente trabajaba Berio solamente con el texto inglés (lo leía Cathy
Berberian) filtrando ciertos fonemas, hasta que de todo ello resultó una auténtica composición
musical, que es la que circula en forma de disco con el mismo título de Omaggio a Joyce, el
cual nada tiene ya que ver con la transmisión, que era, en cambio, crítico-didáctica y comentaba
las operaciones paso a paso. Pues bien, yo me daba cuenta en aquel ambiente de que las
experiencias de los músicos electrónicos y de la Neue Musik en general representaban el
modelo más acabado de una tendencia común a las varias artes... y descubría afinidades con
procedimientos de las ciencias contemporáneas... Resumiendo: cuando, en 1959, Berio me pidió
un artículo para su revista Incontri musicali (sólo cuatro números en total, pero todos
históricos), volví a ocuparme de una comunicación que había presentado, en 1958, al Congreso
Internacional de Filosofía y comencé a escribir el primer ensayo de Obra abierta, y después el
segundo, más una serie de sonadas polémicas (hubo una, violenta y apasionante, con Fedele
D'Amico...). Con todo, yo todavía no pensaba en el libro. Quien pensó en él fue Ítalo Calvino,
que leyó el ensayo de Incontri musicali y me preguntó si quería hacer de él algo para que lo
publicase Einaudi. Yo le dije que sí, que lo pensaría, y a partir de aquel momento comencé a
planificar un libro muy complejo, una especie de summa sistemática sobre el concepto de
apertura, mientras iba publicando otros ensayos sobre Verri, sobre la Rivista di Estetica, etcétera.
Comencé en 1959 y en 1962 todavía me encontraba en alta mar. Aquel año, Valentino Bompiani,
con quien estaba trabajando, me dijo que con mucho gusto publicaría algunos de estos ensayos,
que él había leído, y yo pensé que, mientras esperaba el 'verdadero' libro, podía ir elaborando
uno que tendría carácter de exploración. Quería ponerle por título 'Forma e indeterminación en
las poéticas contemporáneas', pero Bompiani, que siempre ha tenido olfato para los títulos,
abriendo una página como por casualidad, dijo que debía llamarse Obra abierta. Yo le dije que
no, que en todo caso debía ser La obra abierta y que reservaba el título para un libro más
completo. Pero él dijo que, cuando hiciera un libro más completo, encontraría otro título, pero
que de momento el título apropiado era Obra abierta, sin artículo. Entonces me dispuse a
terminar el ensayo sobre Joyce, que después ocuparía la mitad del libro, a unificar los escritos
anteriores, a elaborar el prefacio... En resumen, salió el libro y me di cuenta de que nunca
escribiría el otro, dado que el tema no permitía un tratado, sino precisamente un libro de
ensayos de propuesta. El título se convirtió en slogan. Y en los cajones me han
...