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El Satiricon de Petronio


Enviado por   •  29 de Octubre de 2015  •  Monografías  •  2.503 Palabras (11 Páginas)  •  144 Visitas

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  La obra ELSATIRICÓN  del autor Petronio, escrita en el siglo I d.C. La obra se compone de varios fragmentos, entre ellos la cena de Trimalción (cap XXVI) en el cual se narran varias situaciones que suceden en un banquete.

  En este trabajo analizaremos la construcción del personaje Trimalción desde sus aspectos morales, su apariencia, su caracterización de anfitrión y su comportamiento en el amor.  En esta línea nuestro análisis dejará ver cómo el banquete representado en El Satiricón construye una crítica social y moral a los banquetes de la época heroica de Roma.  El Satiricón resulta especial porque su estructura narrativa es novedosa a la época y porque es la primera obra que ironiza las costumbres y los valores sociales de la época.

Para cumplir con este objetivo trabajaremos la caracterización de personajes heroicos que pertenecen a la obra La Eneida de Virgilio, las cuales tomamos del autor Antonio La Penna(1).

En primer término comenzamos este análisis describiendo el tipo de anfitrión en cada obra.

En La Eneida(Libro I) Dido, reina de Cártago, hija del rey Belo,  recibe a Eneas en la ciudad cartaginesa recién fundada en concepto de hospitalidad. Esta hospitalidad era de alcance universal que no discriminaba clase social  y cuyo carácter de norma social y cultural prescribe una bienvenida a cualquiera que llegue del exterior sea huésped, familiar o extraño. Como señala Dido expresando unas palabras a Eneas después de terminada la primera parte del festín, en medio de un silencio exclamó: “ ¡ Júpiter, porque a ti dicen que debemos las leyes de la hospitalidad, porque sea dichoso este día para los tirios y los desterrados de Troya y que nuestros descendientes lo recuerden! ¡Asístenos de la alegría Baco, favorable, y propicia Juno! Y ustedes cartaginenses, disfruten”. La reina rige el imperio y es reconocida legítimamente por el pueblo debido a su linaje. Ella recibe a Eneas en su templo: “mientras el héroe troyano pasmado admiraba las pinturas, sin poder apartar de ellas su vista maravillada, la reina Dido, esplendorosa de belleza, caminaba hacia el templo y numerosa comitiva de mancebos la escoltaban. Así, en los márgenes del Eurotas o en la cumbre del Cintho, regía Diana los coros de las ninfas; de todas partes acudían las Óreadas, llevaba la diosa su aljaba pendiente del hombro y al andar sobresalía por encima de las otras inmortales. Viéndola, un secreto placer conmovió el corazón de Latona. Tal parecía Dido, tal circulaba risueña, en medio de su pueblo, incitando al trabajo para futura grandeza de la ciudad. A los umbrales del camarín de la diosa, bajo la abovedada cubierta del templo, se sentó, rodeada por sus guardias, en elevado trono; administraba allí justicia, daba leyes a sus tirios y repartía equitativamente las tareas o las echaba a suerte”(libro I:32). La entrada al templo la describe como una reina respetada por su dignidad real, según  La Penna la describe como un personaje caracterizado por la sensibilidad para con los dolores ajenos, sensibilidad agudizada por la propia experiencia dolorosa.

En cuanto a la obra El Satiricón el narrador (Encolpio)relata que en la entrada de la casa de Trimalción había pintado en la pared un mercado de esclavos con sus rótulos al cuello y el propio trimalción que bajo la apariencia de un joven esclavo de larga cabellera y con el caduceo en la mano entraba en Roma guiado por Minerva.

  1. La Penna, Antonio (1970). Los Hombres de la Historia. Buenos Aires. Centro editor de América Latina

 Expuesto públicamente en el vestíbulo de la casa representa el origen de su propietario; punto de partida de su ascensión social y económica que no tiene ninguna relación con honores ni con batallas ganadas sino que refleja el ascenso rápido de los libertos ricos hacia el poder político y financiero. Él cuenta cómo surgió su fortuna: “Vine de Asia tan alto como este candelabro, tenía costumbre  de medirme cada día en él y para tener más pronto pelo en mi barba  me frotaba los labios con aceite de la lámpara, sin embargo fui durante catorce años la delicia de mi patrono. No hay ninguna vergüenza en hacer lo que el amo le manda” (cap LXXV).Esta afirmación es retomada por la crítica  de Anagore(2): cuenta la historia de su vida a partir del momento en que llega a Italia como esclavo desde Asia Menor, reconoce que fue su condición de amante tanto de su ex amo como de su ex ama lo que le permitió ser nombrado heredero y acceder a un gran patrimonio.

En segundo término nos centraremos en los banquetes .

  La reina Dido les ofrece hospitalidad a los troyanos y celebra con ellos un banquete de agasajo. Las sagradas leyes de la hospitalidad establecían los acuerdos diplomáticos y amistosos y éstos se sancionaban por medio de un banquete ritual en el que el vino tenía un destacado papel, pues se ofrece al forastero y a los dioses. El vino es elemento esencial del symposion (el término significa «beber juntos») o banquete griego, que es el centro de la sociabilidad y de la comunicación misma, el vino lo beben los griegos normalmente mezclado con agua, a diferencia de los bárbaros, que lo beben puro.

Se puede apreciar en el libro I de La Eneida, la actitud  de Dido, quien derramó en la mesa la ofrenda del vino, y la primera acercó apenas la copa a sus labios; luego se la pasó a Bicias, provocándole a beber; él, nada perezoso, apuró la espumante copa de oro y se bañó en vino toda la cara; enseguida bebieron los demás magnates. El crinado Iopas pulsa la áurea cítara, que le enseñó a tocar el grande Atlante, y canta las mudanzas de la luna y los eclipses del sol, el origen del linaje humano y de los brutos; de dónde nacen el agua y el fuego, y Arturo y las lluviosas Hiadas y las dos Osas; por qué el sol en invierno se apresura tanto a ir a bañarse en el Océano, y por cuál causa son entonces tan largas las noches. Prorrumpen en aplausos los Tirios y siguen su ejemplo los Troyanos. También la desventurada Dido pasaba la noche entretenida en varias pláticas, y en ellas bebía raudales de amor, preguntando a Eneas mil cosas de Príamo, mil de Héctor; qué armas llevaba el hijo de la Aurora, por qué eran tan famosos los caballos de Diomedes, cuán grande era el esfuerzo de Aquiles. Al fin le dijo: "Cuéntanos, ¡Oh huésped! tomándolas desde su primer origen, las insidias de los Griegos, las varias fortunas de los tuyos y tus propias aventuras, en que llevas ya siete años de andar errante por todas las tierras y todos los mares."

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