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LA ALTANERÍA…


Enviado por   •  14 de Octubre de 2014  •  2.720 Palabras (11 Páginas)  •  157 Visitas

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La altanería o también llamada soberbia o prepotencia consiste en concederse más valor del que uno tiene. Es la trampa del amor propio: estimarse muy por encima de lo que uno vale. Es falta de humildad y por tanto, de lucidez. La soberbia es la pasión desenfrenada sobre sí mismo. Apetito desordenado de la propia persona que descansa sobre el desarrollo de la propia excelencia. Es fuente y origen de muchos males de la conducta y es ante todo una actitud que consiste en adorarse a sí mismo, de estar por encima de todos lo que nos rodean; que arrastra a sentirse el centro de todo, un entusiasmo que es adoración personal. Hay dos tipos de soberbia; una que es vivida como pasión, que comporta un afecto excesivo, rabioso, que llega a ser tan intenso que nubla la razón, pudiendo incluso anularla e impedir que los hechos personales se vean con una mínima objetividad. La otra es percibida como sentimiento, pues se presenta de forma más suave ya que esta capta la realidad de lo que somos realmente, aunque solo sea en momentos. Entre una y otra circula la soberbia, transita, se mueve y según los momentos y circunstancias hay más de la una o de la otra.

Si somos sencillos conseguimos muchas cosas, y más si acompañamos a esa sencillez de la voluntad de servicio hacía las demás personas. Saber pedir la cosas con amor, con dulzura, con simpatía, hace que las personas nos vean sencillos y que lo que nos den sea con mucho amor y cariño. La altanería generalmente desemboca la violencia, ya que llega un momento en que la expresión perturba nuestros oídos, o el ruido altera y la persona reacciona con rabia, y ahí surge el problema de las peleas verbales y físicas; y después de ahí surgen las consecuencias de nuestros actos y salen a relucir las excusas como: que yo no pensé eso, que yo no quería eso, en fin, solo lamentaciones y ya para qué si como dice el dicho lo hecho, hecho está y no hay marcha atrás.

Debemos exigir respeto y no permitir que una persona nos trate de manipular o interferir nuestros actos por medio de la altanería o alharaca, y si la persona no es razonable, o porque no tiene modales, ni cultura, o es un pobre diablo, lo mejor es ignorarlo, o solicitarle que cuando desee dialogar en otro tono, con gusto se le atenderá, pero por el momento, para evitar malos entendidos, mejor es no hacerlo. Y si no hay entendimiento, entonces se usa la palabra mágica: POR FAVOR RESPETE, y verás que resultados obtienes; aunque muchas veces la persona seguirá insistiendo en pelear pero si se ignora la persona se cansara de discutir y acabará por irse. Pero eso es para el caso que la persona sea oidor, pero cuando sucede que deben hacer valer un derecho, y tienen que hacer de reclamante o accionante, deben conservar la cordura, la compostura, y mucha humildad, pero si tu analizas, y ves que te están mamando gallo, o que te bailan el indio como se dice acá en el argot popular, entonces debes reclamar, y deben hablar con voz suave pero con mucha autoridad, que te respeten. Además de esto la legislación Colombiana, contempló en el artículo 23 de la Constitución nacional, el derecho de petición, es decir, legalizó el derecho de pedir ante funcionarios, y empleados de cualquier institución, precisamente para evitar que se cometiera el abuso de no escuchar las peticiones de los ciudadanos, y de paso el problema con los servidores públicos, que no prestaban el servicio, alegando que ellos estaban ahí por sus servicios prestados, y no para prestar servicios, en fin la ignorancia.

Debemos aplicar esto en el ámbito familiar, en la pareja, en los esposos, con los hijos, hermanos, padres, patrones, empleados, compañeros, deporte, etc. y en todo lo que tenga que ver con nuestro aspecto social. Y recordar que la sencillez nos abre las puertas del éxito, por que poco a poco se escala ya, sea una posición, un cargo, ascenso etc. Y si bien recordamos la fábula del gritón y del patrón, el empleado que siempre está pidiendo al patrón informes y guías de cómo hacer las cosas, y este pacientemente le indica, parece que entendiera telepatía, y una tarde el empleado gritón, pedía a gritos una explicación, y parecía que el patrono no entendiera, y al poco rato de estar sin voz el gritón, el patrono se le acercó y le dijo: disculpa que no te haya contestado antes, pero sucede que las baterías del audífono se agotaron, y no encontraba repuesto. Ese día descubrió el gritón que su patrono era sordo, y que las veces que le explicaba cómo manejar las situaciones, era simplemente por intuición.

Es ser altaneros es tener un orgullo que no nos deja ver las cosas como deben de ser. El orgullo en los hombres, la vanidad en las mujeres, son las mismas expresiones en diferentes sexos, en las cuales se quiere representar una supremacía del ser que demuestra la debilidad, y es una debilidad, porque con el orgullo o vanidad se trata de disfrazar una anomalía personal, dándose categoría de personaje, sin tenerlo. Se puede decir el orgullo o la vanidad es una expresión personal basada en el falso concepto de una mayor cualidad física, intelectual o económica, con lo que se quiere aparentar mayor cosa, o mejor persona.

No se necesita ser orgulloso o vanidosa para sobresalir en una ciudad. Lo importante es el rol que desarrolles dentro de la comunidad a la que perteneces, y que este rol te permita ser un dirigente, líder, o por qué no un caudillo en un determinado momento en tu vida. Cuando se tiene apariencia física, se tiene figura encantadora, se logran posiciones de acuerdo a la situación que se presente y represente, pero hasta ahí no más. Cuando se tiene inteligencia emocional, cuando se tiene un cociente intelectual supernormal, y se logra una aspiración personal, en la cual hay un destacamento y una supremacía por el bien de la comunidad, perfecto, ya que se está en función de una actividad grupal, que le permite una valía al ser humano, pero si cae en el campo de la grandeza por sus conocimientos, entonces no están haciendo ninguna labor, solo viven el momento y nada más, y eso debe evitarse, ya que el hombre vale por sus obras, y por sus obras será recordado, venerado, y honrado.

El orgullo no trae nada bueno, más bien la repulsión, la indiferencia, la falta de amigos, y la soledad, y dentro de esa soledad la desesperación, y si acaso enfermedades del alma por la forma de vida llevada. Ya que la persona orgullosa lleva una vida llena de oropeles y fantasías en las cuales su sueño tiende a ser realidad, y esa realidad con el tiempo es una enfermedad. El orgullo debe ser una manifestación que cause admiración en los demás cuando sea un caso ejemplar, digno de imitar en la colectividad, el colegio, la universidad, y en la vida cotidiana, como ejemplo de una buena obra, como ejemplo de una buena labor, como un acto de heroísmo, un acto de humanidad, un acto de piedad.

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