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La Burgesia


Enviado por   •  18 de Abril de 2014  •  2.130 Palabras (9 Páginas)  •  228 Visitas

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Contribución de la actividad empresarial al surgimiento y desarrollo de la revolución industrial

José Antonio Romero Herrera*

En la segunda mitad del siglo XVIII ocurrió en Inglaterra una serie de cambios profundos y acelerados que la humanidad no había conocido desde el período neolítico a la que se da en llamar Revolución Industrial[1]. Naturalmente, la invención de la máquina de vapor por James Watt (el cual, al aplicar el principio de la combustión del agua a la transformación del vapor en movimiento, descubrió una nueva forma de energía motriz sin el inconveniente de la hidráulica que depende de su proximidad con los ríos) constituye el eje impulsor de las innovaciones tecnológicas que caracterizaron el proceso de industrialización [2]. Cupo a la rama textil algodonera desempeñar el rol de sector piloto introduciendo máquinas que renovaron esa actividad llevada a cabo con los antiguos procedimientos de un domestic system[3]. En efecto, la lanzadora volante diseñada por John Kay en 1733, se empleó de forma generalizada en la década de los cincuenta de esa centuria y la máquina cardadora que Lewis Paul patentó en 1748, se difundió en el decenio de los sesenta[4]. Ahora bien, el manejo de la lanzadora de Kay creó el problema de la descompensación entre la velocidad de trabajo de los tejedores, que experimentó una notable aceleración, y la de los hiladores que, al mantener el ritmo habitual, ocasionó de continuo interrupciones en la cadena de producción. La invención de la hiladora spinning Jenny de Hargreaves en 1764 resolvió la dificultad al aumentar cuantitativamente la producción de los hiladores y la calidad del hilo[5]. En 1769, Arkwright perfeccionó la creación anterior con el invento de la hiladora continua o water frame que fabricó un tipo de hilo más fuerte y que no requirió lino para elaborar la urdimbre[6]. Combinando los principios de las dos últimas, Samuel Crompton construyó en 1779 la hiladora intermitente (spinning mule) que habría de garantizar la calidad y la solidez de producción largamente esperadas[7].

Sin duda alguna, al curso de los acontecimientos indicados no pudo ser ajena la intervención de visionarios hombres de negocios que, imbuidos de ambiciosa mentalidad empresarial, no sólo aceptaron con espíritu innovador los cambios tecnológicos que ponían a su disposición talentosos inventores o revolucionarias teorías expuestas por acreditados científicos, sino que también asumieron riesgos facilitándoles los recursos financieros necesarios para cubrir los costos que la búsqueda de nuevas soluciones técnicas implicaba[8]. Así, comerciantes que operaban por cuenta propia implementaron el método mecanizado de producción fabril conmoviendo los cimientos de los monopolios gremiales que en régimen de artesanía manufacturera elaboraban bienes con muy bajo nivel de productividad. Con los beneficios industriales obtenidos, muchos mercaderes exitosos invirtieron en la explotación de tierras incultas que mediante el Enclosure Act, a partir de 1760, transformaron el sistema de campo abierto (openfield) o de aprovechamiento comunal en terrenos cercados de propietarios privados[9]. Resulta de la mayor importancia destacar que en las fincas valladas se establecieron inéditos procedimientos de cultivo y se mecanizó el equipo de labranza. Por cuanto se refiere al primero de los dos aspectos, la aplicación de sistemas intensivos de explotación agrícola posibilitaron un mejor rendimiento de los productos del suelo. De hecho, el cultivo alternativo cerealístico (trigo, centeno, avena), no cerealístico (patata, remolacha azucarera), de forrajes, legumbres y plantas, desplazó a la rotación trienal de cereal de primavera, de invierno y barbecho[10]. En relación con el perfeccionamiento tecnológico de los aperos agrícolas, cabe referir la invención del arado triangular, de la sembradora mecánica, por obra de Jethro Trull, el manejo de la primera generación de abonos químicos y fertilizantes[11]. A decir verdad, por cuyo honor todo debe ser dicho, la mano de obra que la agricultura de subsistencia liberaba, como resultado de las medidas políticas de las enclosures, era absorbida por la incipiente actividad industrial y por las inversiones en la construcción de canales que estimulaban el desarrollo del transporte fluvial[12].

De cualquier modo, los efectos benéficos de estos sucesos muy pronto se harían sentir en el aumento del nivel de vida (alimentación, salud, vestido) del mayor número de segmentos de población, hecho que sumaría la revolución demográfica a las ya previamente apuntadas, la industrial y la agrícola[13]. La diversificación, enriquecimiento y posibilidad de almacenamiento de los recursos alimenticios corrieron parejos con una considerable mejora de la dieta. El avance sanitario (el uso del tejido de algodón supuso para densos núcleos poblacionales el acceso cada vez más creciente a ropa limpia y el agua corriente a lavarse e ingerir la calidad potable de ese líquido) y el progreso de la tecnología médica (Jenner descubrió en 1796 la vacuna antivariólica, después surgieron los antibióticos y del desarrollo de la cirugía) que acompañaron las conquistas en el campo de la nutrición, causaron un dramático descenso de las tasas de mortalidad (con la desaparición de las epidemias de peste bubónica) y morbilidad, al par que un espectacular aumento de la tasa de natalidad. Por lo menos en el inicio del fenómeno estudiado ya que, a la postre, el comportamiento de la tasa de natalidad también tendió al descenso, en la medida que la acumulación de capital, que elevó el nivel de ingresos reales, funcionó también como factor de control del crecimiento demográfico, en virtud de que mostró la existencia de una relación inversamente proporcional entre el aumento de la renta de una familia y la disminución en el tamaño de la misma, que concientizó a las parejas acerca de la necesidad de reducir el número de hijos con el propósito de alcanzar, mantener o incrementar una mayor calidad de vida[14].

Asimismo, el talante emprendedor, innovador y de asunción de riesgos condujo a los mercaderes británicos a enfrentar con audaz estrategia los desafíos que planteaba la inserción desfavorable de sus productos (debido al aislamiento geográfico, a los limitados recursos naturales y a la insegura situación política internacional provocada por la independencia norteamericana, la revolución francesa, a las que siguieron las guerras napoleónicas) dentro de una complicada red global de intercambios en el comercio del Atlántico, pero que culminó

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