MADUROMICOSIS
SophiaLP15 de Enero de 2013
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Micetoma (maduromicosis)
El micetoma es una micosis granulomatosa crónica que se extiende hacia el tejido subcutáneo y el hueso subyacente. En su etiología interviene una amplia variedad de hongos (p. ej.: Madurella mycetomatis, M. grisea y Allescheria boydii, agentes causales del llamado eumicetoma) y «actinomicetos» (p. ej.: Actinomadura madurae, A. pelletieri y Nocardia asteroides, agentes causales del llamado actinomicetoma). Las lesiones, generalmente localizadas en el pie o la parte inferior de la pierna, se caracterizan por la presencia de nódulos subcutáneos indoloros y la posterior formación, al cabo de los años, de múltiples fístulas supurativas. Sin tratamiento, el micetoma puede provocar a la larga importantes deformidades de la zona afectada. La maduromicosis es una afección crónica, causada por diferentes especies de hongos, caracterizada por la formación de nódulos de consistencia dura, leñosa, con trayectos fistulosos, que se implantan generalmente en el pie y, con menos frecuencia, en el tobillo, rodilla, muslo y mano o en el cráneo. Su aspecto clínico es semejante al de la actinomicosis. Los agentes más comunes de la maduromicosis son: Madurella mycetoni, Madurella grisea y Monosporium apiospermum; en un orden muy alejado de frecuencia, también se encuentran especies pertenecientes a los géneros Leptophaeria, Neotestudina, Cephaslosporium, y Phialophora. Esta micosis se contrae de igual manera que en la nocardiosis, por la introducción en la dermis de estos hongos que viven en el estado de saprófitos en el suelo o sobre vegetales. El tiempo de incubación es variable; generalmente fluctúa entre los 15 días y los 3 meses. El hongo que ha alcanzado el tejido se propaga por contigüidad, ejerciendo una acción tóxica, irritativa, pero local. La lesión inicial de la maduromicosis comienza con un nódulo indoloro, que varía desde algunos milímetros hasta varios centímetros, firme, que se desplaza sin dificultad en los planos profundos. Luego el nódulo se reblandece y se fistuliza, dejando salir un líquido serosanguinolento que contiene los gránulos. El diagnóstico de la maduromicosis se establece por el examen de los gránulos; éstos se caracterizan por estar constituidos por filamentos anchos, que miden de 2 a 4 micrones, y por sus numerosos clamidosporos. Según el color de los gránulos, se puede hacer una primera clasificación: los gránulos negros provienen de Madurella y los blancos de Monosporium apiospermum.
Tratamiento
El tratamiento de elección de las lesiones localizadas y de pequeño tamaño es su escisión quirúrgica. Los eumicetomas son en su mayoría resistentes al tratamiento farmacológico, pero puede probarse la administración oral de griseofulvina (dosis única diaria de 10 mg/kg durante 4 semanas como máximo) o ketoconazol (200-400 mg diarios durante 2 semanas como máximo), así como la infusión intravenosa de anfotericina B (0,25-1,0 mg/kg/día durante 10 a 14 días). El ketoconazol es eficaz aproximadamente en la mitad de las infecciones por Madurella mycetomatis. A diferencia de lo comentado para los eumicetomas, los actinomicetomas suelen responder bien al tratamiento con dapsona o sulfamidas durante 4 a 6 meses, ya sea en monoterapia o asociado a rifampicina o estreptomicina. Se ha utilizado también la asociación de trimetoprima + sulfametoxazol y estreptomicina. En los casos avanzados puede ser necesario recurrir a la cirugía radical.
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