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Enviado por   •  5 de Julio de 2013  •  Prácticas o problemas  •  7.064 Palabras (29 Páginas)  •  271 Visitas

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¿Qué dijo —y qué nos quiso decir— Bolívar con su Discurso de Angostura?

Por: Luis Delgado Arria | Viernes, 30/01/2009 09:28 AM | Versión para imprimir

El discurso pronunciado por Simón Bolívar durante el Congreso de Angostura constituye un acto político vital para el presente y el futuro de Venezuela. Es también un texto revelador de la complexión como estadista y como líder visionario que tuvo Bolívar. En este texto y ese contexto el Libertador restituye al Congreso los Plenos Poderes a él cedidos por el pueblo soberano de Venezuela por intermedio del Congreso para que lo ejerciere como representante de la voluntad soberana y como árbitro del destino de la nación. Bolívar inicia su Discurso de Angostura con estas palabras:

“Señor. ¡Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando ha convocado la soberanía nacional para que ejerza su voluntad absoluta! Yo, pues, me cuento entre los seres más favorecidos de la Divina Providencia, ya que he tenido el honor de reunir a los representantes del pueblo de Venezuela en este augusto Congreso, fuente de la autoridad legítima, depósito de la voluntad soberana y árbitro del destino de la nación.”

Pero Bolívar no restituye el poder gratuitamente. Lo repone pero condicionado a un conjunto de condiciones emanadas todas de su brillantez como militar y como estadista y de su ilustración geo-política. Por ello Bolívar entrega el poder pero supeditado a que el Congreso honre lo que él considera el sagrado mandato popular. Bolívar transfiere el poder pero condicionando la validez de dicho mando al cumplimiento de un complejo conjunto de condiciones sin cuya observancia la libertad ganada con tanto sacrificio pudiera quedar como una cáscara vacía, ajena a los más altos deseos y necesidades del pueblo y de la patria. Por ello Bolívar apela constantemente al juicio legitimador y mandante de lo que llama unas “futuras generaciones” que “todo lo esperan de vuestra sabiduría, rectitud y prudencia.” Unos ciudadanos del hoy y del mañana que habrán de juzgar en el futuro lo que dicho cuerpo de legisladores en definitiva va a hacer con dicho poder:

“Al trasmitir a los representantes del pueblo el Poder Supremo que se me había confiado, colmo los votos de mi corazón, los de mis conciudadanos y los de nuestras futuras generaciones, que todo lo esperan de vuestra sabiduría, rectitud y prudencia. Cuando cumplo con este dulce deber, me liberto de la inmensa autoridad que me agobiaba, como de la responsabilidad ilimitada que pesaba sobre mis débiles fuerzas.”

Bolívar deja en claro la excepcionalidad que ha forzado la necesidad de imponerlo de la grave responsabilidad de ejercer el “Poder Supremo” pero en un marco de máxima inestabilidad y agitación:

“Solamente una necesidad forzosa, unida a la voluntad imperiosa del pueblo, me habría sometido al terrible y peligroso encargo de Dictador Jefe Supremo de la República. ¡Pero ya respiro devolviéndoos esta autoridad, que con tanto riesgo, dificultad y pena he logrado mantener en medio de las tribulaciones más horrorosas que pueden afligir a un cuerpo social!”

Bolívar insiste en dejar en claro las condiciones históricas que exigieron de él asumir el encargo de un poder que él asume no como privilegio cuanto como responsabilidad capital. Como grave responsabilidad hacia todos los ciudadanos del país:

“No ha sido la época de la República, que he presidido, una mera tempestad política, ni una guerra sangrienta, ni una anarquía popular, ha sido, sí, el desarrollo de todos los elementos desorganizadores; ha sido la inundación de un torrente infernal que ha sumergido la tierra de Venezuela. Un hombre, ¡y un hombre como yo!, ¿qué diques podría oponer al ímpetu de estas devastaciones? En medio de este piélago de angustias no he sido más que un vil juguete del huracán revolucionario que me arrebataba como una débil paja.”

Anticipando de alguna forma el pensamiento de Marx según el cual la historia no es la resulta de la titánica acción de superhombres sino, más bien, la historia cómo cada sujeto humano acompaña una lucha mayor. Una lucha en la que a duras apenas Bolívar se inscribe de manera siempre táctica, provisoriamente. Bolívar prefigura la noción marxista de historia en tanto que “historia de la lucha de clases”. Por ello hace referencia a las complejas condiciones objetivas históricas, a las formas concretas de producción y a la institucionalidad colonial cuya materialidad ha zurcido una madeja de opresión que no podía arrastrar sino a una encrucijada de cruenta guerra anticolonial:

“Yo no he podido hacer ni bien ni mal; fuerzas irresistibles han dirigido la marcha de nuestros sucesos; atribuírmelos no sería justo y sería darme una importancia que no merezco. ¿Queréis conocer los autores de los acontecimientos pasados y del orden actual? Consultad los anales de España, de América, de Venezuela; examinad las Leyes de Indias, el régimen de los antiguos mandatarios, la influencia de la religión y del dominio extranjero; observad los primeros actos del gobierno republicano, la ferocidad de nuestros enemigos y el carácter nacional. No me preguntéis sobre los efectos de estos trastornos para siempre lamentables; apenas se me puede suponer simple instrumento de los grandes móviles que han obrado sobre Venezuela…”

Bolívar deja sin embargo los nortes desde los que debe entenderse su inscripción como poder ejecutivo en la historia de Venezuela:

“(…) sin embargo, mi vida, mi conducta, todas mis acciones públicas y privadas están sujetas a la censura del pueblo. ¡Representantes! Vosotros debéis juzgarlas. Yo someto la historia de mi mando a vuestra imparcial decisión; nada añadiré para excusarla; ya he dicho cuanto puede hacer mi apología. Si merezco vuestra aprobación, habré alcanzado el sublime título de buen ciudadano, preferible para mí al de Libertador que me dio Venezuela, al de Pacificador que me dio Cundinamarca, y a los que el mundo entero puede dar.”

Hecha la precisión de que todo mando proviene y debe supeditarse al juicio del poder popular —del que en este caso es depositario el Congreso—, Bolívar pasa de inmediato a la médula de su discurso. El discurso se centra ahora en la altísima responsabilidad que transfiere a los representantes del Congreso de un país ya emancipado del yugo colonial, aunque en demasiados aspectos corroído por la anarquía y la miseria social. Y la tarea que transfiere Bolívar al congreso de la republica de Venezuela no es otra que responsabilizarse por alcanzar la máxima felicidad posible para el pueblo. Bolívar entrega el mando, esto es, se des-inviste del Poder Supremo, pero no

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