Sindbad El Marinino

Sindbad el Marino

Esta historia trata sobre un joven muy pobre, llamado Sindbab. Para ganarse la vida trabajaba trasladando pesados sacos. Al mismo le decían el “cargador”, ya que se pasaba lamentándose de su suerte. Un día se estaba quejando y en eso un millonario lo escucha, ese mismo día el decide a invitar a Sindbab a una cena. Cuando llega a la casa del millonario se encontró con un anciano y le dijo: que era simdbab el marino y que su padre le dejó una fortuna, pero que la había derrochado, quedando en la miseria. El anciano le cuenta que tuvo que vender hasta sus trastos y que navego con unos mercaderes y que también habían llegado a una isla, y que fueron expulsados por los aires y que en realidad era una ballena. También le comenta que naufrago sobre una tabla hasta la costa, tomando un barco para volver a Bagdad. Simdbab calló en todo lo que el anciano había contado. Le dieron a el 100 monedas, rogándole que volviera al otro día. Así lo hizo y siguió su cuento. El anciano le empezó a contar que al llegar a otra isla se había quedado dormido y que al despertar, el barco se había marchado y que había Llegado hasta un profundo valle con muchos diamantes y serpientes gigantescas. En eso el anciano continuo mintiendo diciéndole también que había Llenado un saco con todas las joyas que había podido. También le dijo que se había atado a un trozo de carne en la espalda y que espero a que un águila lo llevara hasta su nido, sacándole así del horrendo lugar en el que se encontraba. El mismo, terminado el relato, volvió a darle al Simdbab 100 monedas, rogándole que volviera al día siguiente. Al día siguiente el anciano continuo mintiéndole a Simdbab que con su fortuna pudo quedarse aquí, pero que volvió a navegar y que en eso habían encallado en una isla de pigmeos, quienes supuestamente le habían entregado a un gigante con un solo ojo, y que comía carne humana. También le había dicho que más tarde, aprovecho la noche y que le clavaron una estaca en su único ojo y que huyeron de la isla, volviendo a Bagdad. Al otro día, esta vez, le dijo a Simdbab que naufragaron en una isla de caníbales y que cautivo a la hija del rey, casándose con ella. El anciano le comento que poco después que murió, le ordeno el rey que debía ser enterrado con su mujer y que por suerte pudo huir y regresar a Bagdad cargado de joyas. En eso, Simbad, el marino, siguió narrando y el joven escuchándolo. Por último le dijo que le vendieron como esclavo a un traficante de marfil. El anciano le dice a Simdbab, que el cazaba elefantes y que un día, huyendo de uno, trepo un árbol, pero el animal lo sacudió tanto, que fue a caer en su lomo y que lo había llevado hasta su cementerio. El mismo decía que en gratitud lo dejó libre, regalándole valiosos tesoros. Al acabar, el anciano le pidió al joven que viviera con él, aceptando encantado, siendo muy feliz a partir de lo narrado.

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