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Somos de lo que nos rodeamos

Burleria6Trabajo19 de Enero de 2017

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Somos lo que comemos, también de lo que nos rodeamos

ÍNDICE

DIRECTRICES

Resumen                                                                                 2

Palabras clave                                                                                2

Propósito                                                                                2

CUERPO DEL TRABAJO

Introducción                                                                                3        

                                                        

Volver a la naturaleza                                                                        4-5

                                                                        

Somos lo que comemos. Equilibrio en los alimentos                                        5-8

Experiencias y escucha.                                                                 9-10                

                                

Conclusiones                                                                                10

Referencias bibliográficas                                                                11

Resumen

El presente trabajo emana, ante todo, de la voluntad nacida de una serie de experiencias basadas en la escucha del cuerpo y la ingesta. “Somos lo que comemos” es una afirmación que ha cruzado las barreras generacionales. Pero, como toda frase repetida (siendo o no víctima de una falacia) nos preguntamos: ¿a qué se referían exactamente nuestros mayores?

A continuación pretendemos llegar hasta el fondo de la premisa anterior, entendiendo que, como bien acuña la ciencia: todo es energía y esta jamás desaparece; únicamente se transforma. Toda la naturaleza posee su propia fuerza vital y energía. Así que, partiendo de la energía esencial del cosmos –el yin y el yang- observaremos las cualidades y efectos de los alimentos y, puede que entonces, entendamos que cada individuo tiene unas necesidades diferentes para sentirse en armonía dentro del medio que le rodea y rodeado de éste.

Palabras clave

Naturaleza, el “yin y el yang”, energía vital, observación y escucha del cuerpo.  

Propósito

Comprender, dentro de lo posible, cómo funciona la filosofía oriental y cómo ésta se refleja en la alimentación, basándose en el principio de justicia universal (yin y el yang), el cambio constante y la adaptación del cuerpo a dicho cambio.

Tras una breve reflexión, podríamos decir que el fin de este trabajo es plasmar todo un aprendizaje –el cual continúa en cuesta y movimiento- que una persona obtiene tras la puesta en práctica de todo aquello que se mencionó en el resumen.

        Introducción                                                

Dedicado a todo aquel que anima a los elementos de la naturaleza, nuestra fuente de vida.

No tomar erróneamente como poder la adquisición de simple conocimiento; lo mismo que el alimento, las cosas han de ser digeridas y asimiladas para que se conviertan en fuerza de vida y energía vital. El conocimiento puesto en práctica, debe convertirse en sabiduría.” (Anónimo).

Antes de empezar y sin intención de darle fin al estudio del ser humano, quiero aclarar que, ante la oportunidad de realizar un trabajo de investigación –tanto interno como externo- sobre aquello que te apasiona, me tomaré el privilegio de redactar esta experiencia tanto en primera persona del singular como del plural -¿y por qué?- en primer lugar, animo a toda persona a que -dentro de la selección, valoración y organización de la información que en nuestros días precisa la sociedad de información- abran un poco el abanico de posibilidades ante el afán de descubrir nuevas perspectivas.

No sería productivo leer acerca del tarot si no aceptamos dicha posibilidad no sólo como una pseudociencia, sino como la oportunidad de reconocer que existen tantas verdades como seres humanos y que, al menos, cabe la posibilidad de cambiar nuestras preguntas cuando no encontremos esa “necesitada respuesta”.

Sin más dilación, diré que ha sido la transición personal la que me llevó a interesarme sobre estos temas y creo firmemente que el aprendizaje ha de estar ligado a la experiencia para que éste se dé realmente.

Volver a la naturaleza

El pensamiento parcializado y pragmático que alimenta la cultura occidental desde hace poco más de un siglo, ha llevado a las personas a interpretar y entender el cosmos como una gran dispersión de “cosas” y quimeras que no se relacionan entre sí, que separa el espíritu de la materia y a las personas de la naturaleza.

El ser humano es el único animal que ha sido capaz de colonizar todo el planeta, arrasando y vulnerando todo lo que éste le daba. Arrancando de la tierra -de él mismo- todo lo que ha encontrado a su paso, olvidando que ésta es nuestra fuerza de vida ya que somos ella misma. Decimos sí a los valores dictados por una sociedad capitalista que parece quebrarse poco a poco sobre su propio peso. La explotación y contaminación del medio, la inmensa pobreza y desigualdad, ganaderías y agriculturas expansivas –dadas por unos grandes intereses comerciales- y en definitiva el ambiente artificial que no respeta ni atiende a la naturaleza humana y que focaliza su “progreso” más en la importancia de la cantidad (obtener, consumir y producir) que en calidad (bienestar del ser y desarrollo).

En nuestra sociedad occidental hemos entendido y afrontado los cambios de manera racional y analítica  -usando el hemisferio izquierdo del cerebro al que se le atribuyen funciones como la capacidad de procesar la información, resolver un problema, el diálogo etc.-, esto ha sido el detonante de nuestras constantes preguntas ante la polaridad que separa a las personas en dos partes: cuerpo y mente. Curiosamente,  esta dualidad la vemos en las bases de la filosofía china antigua en la que el principio de justicia universal son el yin y el yang, el cielo y la tierra, la vida y la muerte, el hombre y la mujer, el sol y la luna (y un sinfín más de polaridades).

Parece paradójico afirmar que la tierra no pertenece a los humanos, sino los humanos a la tierra y su desconexión con ésta amenaza con destruirnos a ambos. Como decía una de “mis mayores”: el planeta no lo hemos heredado de nuestros antepasados, lo hemos tomado prestado como lugar de paso cediéndolo así a nuestros descendientes.
Para comprender que el ser humano y la tierra están en el mismo lugar de la balanza, hablaremos brevemente de lo que nos pareció una primera contraposición establecida.

He aquí el primer “error” en el que el pensamiento occidental cae, pues las personas están formadas por tres aspectos: físico, mental y espiritual  (todos ellos interrelacionados entre sí). Todos estos aspectos han de ser alimentados para el buen funcionamiento o la armonía del resto. Digamos que en un plano más elevado, todo forma parte de una unidad indivisible, de un todo y de un equilibrio. Y en occidente, no sólo mantenemos nuestra perspectiva en una fragmentación dual, sino que olvidamos uno de los aspectos del ser humano: el espíritu.

        Creemos que es pertinente aclarar que el siguiente estudio se basa en los principios de la medicina tradicional china –siendo ésta analógica e intuitiva y en la que el enfermo se cura a sí mismo-. Con base a lo anterior diremos que todo el universo (macrocosmos) al igual que todo ser humano (microcosmos) -que se encuentra dentro del anterior-, está formado por dos energías opuestas pero a la vez complementarias y sin éstas nada cambia ni se transforma. La etimología de la palabra universo, de hecho, lleva en su significado lo explicado anteriormente (Universo proviene de uni que significa unidad y versus, movimiento). Al  formar parte de él, entendemos que las tres partes que componen al hombre están en continuo movimiento.

        Hemos olvidado cómo escuchar nuestro cuerpo, adaptándolo y abasteciéndolo de todo aquello que necesita. No se trata de radicalidades, todo lo contrario. Cada individuo ha nacido y crecido en un entorno diferente y la clave para la armonía del cuerpo físico, la mente y el plano espiritual es la constante adaptación y escucha. Se trata de no mantenernos ni muy tirantes ni muy flexibles y esto es algo que con la alimentación podemos “controlar”, o mejor dicho, mantener a la mente sana y las emociones “equilibradas” para poder vivir ser, pensar y actuar en armonía. No olvidemos que la naturaleza no tolera los excesos y ella sola, por su propio pié, pone solución a estos.

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