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San Martin


Enviado por   •  24 de Junio de 2013  •  2.111 Palabras (9 Páginas)  •  372 Visitas

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EL PERU NUESTRO DE CADA DIA

CAPITULO 1

En el Perú la geografía manda. Somos un país de montañas tropicales. Si no reconocemos este hecho, entonces no sabemos dónde estamos parados. Por eso, los peruanos de estos tiempos andamos perdidos en “nuestro territorio” y no sabemos cuidarlo ni manejarlo.

Tenemos que reconocer que las montañas marcan gran medida el carácter y el alma de las personas. Somos un país telúrico, en el cual la naturaleza fragua nuestro temperamento, irradia nuestro rostro, anima nuestro ser y modela nuestra manera de vivir. Efectivamente, cada región tiene sus costumbres, una musicalidad al hablar, un ritmo y un color en las fiestas, sabores y aromas en las comidas y peculiares formas de vestir y de construir viviendas y ciudades. El lugar en el que nacemos es nuestro cordón umbilical con la tierra y, por eso, la nostalgia del terruño nos acompaña durante toda la vida.

Los Apus, espíritus de las montañas, son nuestra fuerza protectora y creadora. Sin la presencia de las montañas no se concibe la profundidad y la fuerza expresiva de los poemas de Vallejo, ni las formas y los colores de Szyszlo, ni la agudeza y la melancolía de Alomia Robles, ni la robustez y la picardía de los personajes de Vargas Llosa, ni el temperamento férreo y anguloso de las esculturas de Delfín. Todo ellos es parte de las montañas que expresan el espíritu de nuestro pueblo.

Los Andes son una cadena de montañas localizadas en el trópico y de muy reciente formación, debido a la colisión de la placa de Nazca con la placa continental de América del Sur. Esto sucedió hace tan solo 22 millones de años – después de la era de los dinosaurios-. Los Andes aun continúan en formación. Por eso la nuestra es una región de inestabilidad geológica, de alta intensidad sísmica y muy sensible a los cambios climáticos.

Como señala Juan Torres Guevara, uno de nuestros mejores ecólogos y profesor de la Universidad Nacional Agraria La Molina, esa cordillera configura todos los ecosistemas andinos de nuestro territorio y es la columna vertebral del Perú, ya que se extiende a lo largo del territorio y corre paralela y muy próxima al océano Pacifico. Las diferencias abismales de altitud entre las cumbres nevadas y los valles, por donde discurren los ríos, imponen la dimensión de verticalidad en el habitad andino y, por ello, debemos ser conscientes de que en nuestro país la ley de la gravedad está vigente permanentemente. Es inapelable y solo queda adecuarse previsoramente a ella.

Las masas de nieve, las lagunas de las altas montañas y las precipitaciones, que ocurren con mayor intensidad por encima de los 3500 m.s.n.m. (metros sobre el nivel del mar), constituyen las fuentes de agua que originan los ríos que discurren por las laderas andinas hacia las vertientes del Pacifico, del Atlántico y del Titicaca. Estas aguas son las que dan vida a las plantas, a los animales y a las poblaciones que se asientan en todo el entorno de las cuencas.

A este escenario de laderas andinas, hay que añadir la incidencia de los vientos, las variaciones diarias de temperatura, la intensa irradiación solar, la reciente formación de los suelos, la diversidad de la cobertura vegetal y los movimientos sísmicos, todo lo cual nos lleva a reconocer que nuestros ecosistemas son muy complejos y muy frágiles.

El Perú, por lo tanto, es un país de montañas que requiere una dinámica singular en el manejo de sus recursos naturales, particularmente en el manejo de sus recursos naturales, particularmente del sistema hídrico en la construcción de carreteras e hidroeléctricas, en los sistemas de cultivos y crianzas, en la actividad minera y en la ubicación de los poblados. Los peruanos durante los últimos tiempos hemos estado de espaldas a esta realidad, ya que la naturaleza todavía nos sorprende con sequias, heladas, aluviones, huaicos, deslizamientos de cerros y terremotos. Las catástrofes no son naturales, sino sociales y económicas ya que la desgracia radica en los daños materiales y humanos ocurrido por la presencia normal de estos fenómenos, sobre los cuales la sociedad ha construido en este territorio. La culpa no es de la naturaleza, sino de la insensatez y de la mala organización social.

Es decir si la sociedad se hubiera organizado para prever lo problemas y planificar las soluciones, no se habrían perdido vidas, ni se hubiera tenido que reconstruir tantas viviendas y obras de infraestructura con el fin de que la población afectada retome a la normalidad de su vida social y económica. Simplemente, se trata de fortalecerla capacidad para elaborar, implementar y hacer respetar los planes maestros para el manejo de las cuencas y para regular la expansión de las ciudades, normando la construcción de las obras de infraestructura y de los servicios de acuerdo con las característica de cada cuenta. ¿Cuánto ahorro público y privado perdido por el desencuentro entre los acontecimientos que impone la geografía y la organización de la sociedad para responder a estos desafíos?

1. UBICACIÓN EN EL TROPICO OCCIDENTAL DE AMERICA DEL SUR

La posición del Perú en la zona tropical del extremo occidental de América del Sur y la presencia de la Cordillera de los Andes a los largo de su territorio, configuran una de las mas extraordinarias y complejas geografías de la Tierra. Esta cordillera impone, además, la verticalidad en la dinámica de todos los acontecimientos físicos, biológicos y humanos que ocurren en el Perú.

Por otro lado, la capa superficial del mar es barrida por la convergencia en la costa peruana del anticiclón del Pacifico y la corriente de Humboldt, junto al impacto de los vientos alisios contra la pendiente occidental de los Andes, todo lo cual provoca el afloramiento de aguas frías. Estos fenómenos impiden, por un lado, la formación de nubes y la caída de lluvias en la costa, provocando su aridez. Por otro lado, ocasionan las lluvias torrenciales en la pendiente oriental de los Andes, formando los bosques tropicales húmedos.

La particular ubicación del espacio peruano en América del Sur no solo ha gravitado sobre los fenómenos naturales, también ha sido un centro de atracción poblacional y de desarrollo humano. Des los desplazamientos de las poblaciones nómades de Asia a través del estrecho de Behring hacia Alaska, hasta la ocupación de la Patagonia durante los últimos 20,000 años previos a la incursión europea en 1492, se desarrollaron en el continente americano dos grandes concentraciones de población con organizaciones sociales complejas y con manifestaciones culturales de primer orden en Mesoamérica, en lo que hoy es México, y en los Andes

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