1938 - 1968 Sueño/tragedia

Luego de una larga serie de conflictos laborales entre trabajadores y compañías petroleras, el presidente Lázaro Cárdenas decretó, el 18 de marzo de 1938, la expropiación de la industria petrolera. No fue, como se quiso ver al principio, una decisión precipitada. Correspondía, más bien, a una política profundamente nacionalista surgida de la Revolución que propugnaba el derecho de México a sus recursos naturales, entre ellos el petróleo, y la distribución justa de la riqueza derivada de ellos .

Tanto la expropiación petrolera como cada etapa del desarrollo económico y político en México, aparece profundamente marcado por una reforma específica de control y manipulación de las masas. Las reformas cardenistas, por ejemplo, que dieron lugar a las más brillantes realizaciones logradas por el Estado mexicano en el terreno de la economía y de la política, se apoyaron siempre en la adhesión y el consenso de los trabajadores rurales y urbanos. Cárdenas sabía perfectamente que para llevar a cabo acciones concretas sin el temor de ser eliminado del poder, era necesario alejar a las posibles amenazas y obtener el apoyo de la mayor fuerza de un país, las masas. La seducción lograda por Cárdenas hizo posible que incluso los niños y las personas quisieron ayudar a la expropiación llevando todo lo que tenían, creyendo que era una buena acción de su parte; así se inicia la consolidación de un Estado fuerte.

Pues,

para lograr su objetivo Cárdenas llevó a efecto un despliegue magistral de la política reformista de la Revolución; ningún presidente, antes o después de él, aplicó con igual coherencia y energía el programa de reformas sociales que contienen los artículos 27 y 123 de la Constitución, haciendo del mismo, a la vez, un instrumento del fortalecimiento del Estado .

El poder que se puede ejercer sobre las masas permite al Estado inducirlas, en beneficio propio, a un sueño de prosperidad, desarrollo y estabilidad social que permite al avance conjunto ante las dificultades que presenta cada día no sólo la realidad nacional, sino también la internacional.

¿Qué pasa entonces cuando un dirigente no tiene el apoyo de su pueblo? Por ejemplo. En julio de 1968 durante el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz, se iniciaron una serie manifestaciones y marchas estudiantiles en la Ciudad de México que criticaban el autoritarismo del gobierno, apoyaban las protestas en el mundo, pedían se respetara la autonomía universitaria y exigían la libertad de los presos políticos. A los estudiantes de la UNAM se unieron los del Instituto Politécnico Nacional y todos los centros educativos de la Ciudad de México; después asociaciones de maestros y sindicatos hasta convertirse en un gran movimiento social.

A diferencia de Lázaro Cárdenas, el período de Díaz Ordaz se caracterizó por su autoritarismo,

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