Deshumanizados

Después de la Segunda Guerra Mundial, la comunidad internacional quedó en un estado de conmoción tan inimaginable, que decidieron organizarse para establecer un conjunto que a futuro defendería los intereses de las naciones de manera vehemente y así no repetir la historia de la Alemania nazi. Fue así, después de largos procesos que se llegó a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con treinta artículos en 1948. A partir de allí se desprende un sin número de tratados, organizaciones, convenciones y demás instrumentos en pro de los derechos inherentes al ser humano.

Colombia ha ratificado a través de los años, en su llamado bloque constitucional cualquier documento internacional en defensa de los Derechos Humanos. Su compromiso se consideraría tan sensato que incluiría estos mismos Derechos en la Constitución de 1991 y les dedicaría un capítulo entero. Estos actos son elogiados por la comunidad internacional y ratifican a Colombia como un fiel defensor de mencionados derechos. Pero, surge una pregunta realmente trascendental de este tema: ¿Está realmente Colombia preparado para cumplir con todo lo que implican los Derechos Humanos? La respuesta es incierta y con tendencia a la negativa. Si bien Colombia se ha encargado a través de su Corte Constitucional de ratificar tratados y convenciones de cuanto tema se despliega en el exterior, no tiene siquiera los medios económicos y menos ha demostrado el interés social para cumplirlos.

Muestra del desinterés de Colombia por los Derechos Humanos, son los miles de activistas de los mismos que se encuentran desprotegidos, además de esto, son perseguidos y asesinados a diario. Los porcentajes de impunidad por aquellas muertes son espeluznantes, pues el mismo Estado se le atribuyen estas masacres. Por otra parte, han buscado silenciar al sindicalismo, mientras van a congresos internacionales y promulgan con la OIT (Organización Internacional del Trabajo) su apoyo y respaldo, mientras tanto en Colombia quitan el pago de las horas labores extras, el salario mínimo jamás representa esa vida digna que promulgan los Derechos Humanos y de manera descarada defienden los intereses económicos de las grandes, por no decir multimillonarios capitales particulares.

Colombia busca silenciar con una sonrisa malévola, los porcentajes de muerte de niños, violaciones a mujeres y masacres de hombres inocentes y culpan a la guerra que lleva medio siglo, negando rotundamente que de éste porcentaje y de éstas lamentables cifras, es el mismo Estado Colombiano al igual que las bandas criminales, el que se lleva gran parte de la responsabilidad.

Son incontables los problemas que aquejan este país, dificultades que se ven imposibles de aplacar, pues la clase dirigente está abarrotada de corrupción y son escasos los recursos que llegan para acabar con las injusticias, es tal la desolación que las únicas alegrías del país, suelen llegar con triunfos

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