Dialéctica Del Iluminismo

Dialéctica del iluminismo: Industria cultural

Un término que ha traído gran revuelo en la sociedad industrial ha sido el de la “Industria cultural”, término conocido pero poco comprendido. Todos, absolutamente todos formamos parte de ella de un modo activo tan arraigado en las sociedades de consumo actuales que forma parte de nuestras vidas cotidianas. Este término fue acuñado por Max Horkheimer y Theodor Adorno.

En la Dialéctica del iluminismo, hace su aparición la expresión “industria cultural” para referirse así a un estado avanzado de las sociedades llamadas “post-industriales” y a una modificación del estatuto de la cultura tradicional. Pero la expresión es igualmente empleada en un sentido peyorativo. Horkheimer y Adorno critican el efecto ideológico que acarrea una cultura estandarizada, programada, producida cuantitativamente, en función de un criterio económico según el modo precisamente industrial, y no cualitativamente según normas estéticas. De acuerdo con ello, esta producción masiva de “bienes culturales” crea demandas, antes que dar respuestas a las necesidades efectivas de los individuos. Este es uno de los problemas fundamentales que se plantean estos autores, la ideología industrializada que se ha inyectado en la sociedad y que la deja sin más que producir y producir conocimiento objetivo dejando de lado el conocimiento subjetivo.

Los nuevos empresarios de una cultura pretendidamente democratizada se dejan llevar en realidad por los puros imperativos del marketing y se contentan con distribuir con fines mercantiles las migajas de la cultura burguesa tradicional. Horkheimer y Adorno juzgan severamente ese proceso que conduce, según ellos, a una gigantesca “mistificación de las masas”.

La defensa del arte moderno de Adorno, de un arte exigente, altamente elaborado hasta hermético, pretende reaccionar contra la manipulación de necesidades de un sistema donde “el poder de la técnica es el poder de aquellos que dominan económicamente la sociedad”. La industria cultural designa una explotación sistemática y programada de los “bienes culturales” con fine comerciales. Industrias dedicadas a la creación de mensajes estandarizados dirigidos a la sociedad de consumo, efectuando un rebajamiento de los procesos intelectuales y sensitivos, inhibiendo la capacidad crítica del ser humano y convirtiendo al receptor en el hombre-masa, un individuo des individualizado y pasivo, un individuo totalmente manejado por la industria que se esconde tras el eslogan del desarrollo a gran escala, dejando de lado cualquier desarrollo humano individual, un desarrollo que pueda ser crítico y libre de ataduras sistémicas.

También surge el concepto de democratización cultural, el cual lo no tiene nada de democrático ya que se esconde bajo el alero del marketing y funciona a través de este. Esta democratización toma un camino

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