Ensayo Cipriani.

Según Cipriani, su propuesta es una salida ajustada a una “cultura democrática”. El primer problema, sin embargo, es que los derechos de las personas no pueden ser sometidos a un referéndum. Como indica en el artículo 32 de la constitución: “No puede someterse a referéndum la supresión o disminución de los derechos fundamentales de la persona”.

Uno de los principales riesgos que corren los individuos en cualquier sociedad es que la mayoría atropelle sus derechos. Y, justamente para evitar esto, es que la constitución prohíbe plebiscitos sobre derechos humanos.

De no existir dicha prohibición, sería posible que mis vecinos me confisquen mi casa solo porque la mayoría del vecindario está de acuerdo en hacerlo. Las mujeres (el grupo demográficamente mayoritario) podrían privar a los hombres de su derecho al voto. Los provincianos podrían quitarle la ciudadanía a los capitalinos. Los diestros podríamos obligar a los zurdos a escribir con la mano derecha. Pero los derechos, afortunadamente para todos, no se someten a encuestas.

Sobre el proyecto de unión civil entre personas del mismo sexo, es legítimamente constitucional, porque reconoce el derecho a la igualdad y no discriminación y no puede ser sometida a referéndum. Según Eduardo Vega, defensor del Pueblo, “un Estado laico tiene que hacer todos los esfuerzos para garantizar que todos los ciudadanos gocen de los mismos derechos”.

Vivimos en una república, según la Constitución, donde los ciudadanos somos iguales. Eso significa que nadie tiene derecho a imponerle su visión de la vida y de la moral al resto, pues la ley nos debe tratar a todos por igual.

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