Humanismo ingenuo

Humanismo ingenuo

Al hablar de humanismo ingenuo nos referimos nos referimos al humanismo tanto en su versión cristiana como laica, la cual no se hace visible en sus causas reales como la miseria inhumana contemporánea. Nuestros males se miran apenas como el resultado de un deterioro ético de los valores o como el producto de la crisis coyuntural de la economía mundial, o de ambas cosas al tiempo. Y como es costumbre en la actualidad, cada que algo falle siempre recurrimos ahora si al humanismo en favor de la solidaridad pero ya de una forma ineficaz. Pues lo que ahora se busca es que cada quien se haga culpable de su propio destino, asuma sus consecuencias y si este es capaz que diseñe su propia solución. ¿Y porque se da esto? Pues porque en nuestra actualidad se da una vieja consigna la cual conocemos como la ley de la selva: “sálvese quien pueda” ya que nadie está obligado a echarle una manita a su hermano caído. Pues como ya se ha mencionado todo gira en la búsqueda de intereses y de poderes sin principios y termino diciendo que la hermandad humana en la que se fundamentaron todos los humanismos ingenuos ha sido derrotada.

¿Qué es el humanismo ingenuo en la administración?

El ser humano es un enigma extraordinario, fuera y dentro de la organización y existen en la sociedad intereses que llevan a los hombres de negocios a utilizar a sus hermanos simplemente como medios o instrumentos en el camino de la realización de sus fines productivos. A esos medios humanos, llamados “recursos” que se les exigen productividad y compromiso, lealtad y entrega. Y en lo que nos compete la administración es experta en generar en los usuarios y colaboradores  este tipo de sentimientos ayudándose no solo de la psicología organizativa para sus fines sino que también a lo que nosotros llamamos “cultura organizacional”. Pero en la actualidad están desapareciendo este tipo de empresas por lo que conceptos como disciplina administrativa, motivación, compromiso, lealtad y entrega están destinados a ser obsoletos ya que la empresa como unidad productiva tradicional ya no se parece más a lo que un día fue.

No-humano

Con la llegada de la tradición judeocristiana a occidente, la emoción bíblica de un génesis verticalizado en el que el ser humano es la imagen de Dios y el resto de seres son creados para su satisfacción, moldearía toda la cosmología acerca de la vida en la Tierra. Esta visión situaba, por tanto al ser humano como centro del génesis universal, y caracterizaba a lo no-humano como recursos a utilizar por el primero.  A falta de una definición explícita clara, podríamos definir a lo no humano como todo ser o proceso no antropizado que no responde a los imaginarios de la especie humana. Dicho de otra forma, animales no humanos, plantas, hongos y bacterias no domesticados junto a seres carentes de vida como rocas, minerales, agua, viento o magma no antropizados, es decir, por los que no ha pasado la mano del hombre , convirtiéndolos en mecanismos, estructuras y tecnologías que sí son consideradas como humanas. Tendríamos entonces una cuádruple división de lo no humano en función de su antropización y si es un ser vivo o materia inorgánica.

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Como ejemplo tomamos a los animales no humanos recluidos en zoológicos y otras instalaciones de contención son vistos a la vez como antropizados y no antropizados. Por un lado, son controlados y “domesticados” hasta el punto de formar parte de las estructuras construidas por el ser humano. Pero, por otra parte buscan representar una animalidad salvaje y descontrolada separada de la humanidad por rejas o barrotes.

Como vemos en el cuadro, la sociedad occidental establece una categorización de lo no humano en base a dos grandes divisiones, los seres a los que se atribuye vida frente a los que no, por un lado, y por otro los seres vistos como afectados por la intervención humana en contraste con los que no son vistos como tal.  Y si nos fijamos a modo de reflexión  podría decirse que todo lo que toca la mano humana, sin llegar a ser humano, aparece como pasivo, controlado y regulado, inofensivo. Al contrario, lo no antropizado contiene peligro, como se ve en el miedo hacia determinados animales salvajes, o las ideas sobre catástrofes naturales.

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