INDÍGENAS Y VIH, UN RIESGO POR RESOLVER

INDÍGENAS Y VIH, UN RIESGO POR RESOLVER

Por: Yina Paola Rodríguez Núñez

La vulnerabilidad de ciertos grupos humanos a los estragos del VIH y su subsecuente desarrollo, el SIDA, es muy alta para los indígenas de Colombia, por su secular marginamiento de los programas de asistencia social (vacunas, alimentación, servicios de saneamiento básico, etc.), analfabetismo y pobreza, entre otros. A este panorama desolador se une la violencia generada por la guerra sempiterna que se libra en suelo colombiano y que hace aún más difícil cualquier esfuerzo por acercar a estos grupos humanos una oportuna y eficaz protección social.

En el caso del departamento más septentrional de Colombia, La Guajira, el problema enunciado es evidente. En este territorio concurren varias etnias, siendo la mayoritaria la wayuu, que representa el 45% de su población, con unas 306.708 personas, desperdigadas en poblaciones de muy baja densidad de población por lo extenso del territorio (Uribia y Manaure, dos de los municipios más poblados, tienen apenas 14,35 y 34,28 hab/km2, respectivamente). Este es un factor adicional que encarece los costos de cualquier plan social.

Además, en La Guajira la población es significativamente rural (46%), donde solo el 51,36 de la misma sabe leer y escribir el idioma español; pero, específicamente para los wayuu, la cifra de analfabetismo es todavía mayor. Por si lo anterior fuese poco, se trata de una región donde hay una alta prevalencia de enfermedades como la tuberculosis, las diarreas agudas principalmente por ingesta de agua no potable o los cuadros respiratorios agudos, entre otras. La prestación de los servicios médicos alijunas (occidentales o no wayuus) en este contexto deben competir con las creencias ancestrales muy fuertes y representadas por el médico tradicional (outsü o piaches).

No obstante que los wayuu constituyen la etnia más numerosa de La Guajira y del país, en este territorio también conviven otros grupos indígenas asentados en las estribaciones guajiras de la Sierra Nevada de Santa Marta, al sur oriente del departamento. Allí las condiciones de salubridad son iguales o peores a lo descrito y donde las enfermedades y la desnutrición amenazan con diezmar a la población. Estas etnias las constituyen los arhuacos, koguis, wiwas y kankuamos. En igual o mayor medida en su territorio sufren los flagelos de la violencia política y del narcotráfico.

Para los wayuu sus problemas de aislamiento social se complican por el hecho de que se trata de una población binacional, pues se estima que en total hay unos 400.000 individuos de ellos entre Colombia y Venezuela (estado de Zulia). Tienen doble nacionalidad y su paso de un país a otro se

da como si no existiese una frontera política y geográfica. Tal trashumancia aumenta el riesgo de  propagación de cualquier enfermedad de transmisión persona a persona, bien por contagio directo o por contacto con sus desechos.

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