La música como un acto de resistencia

Al analizar el artículo en la cual se asume la música como un acto de resistencia, que lejos de ser un acto por gusto se asume como la posibilidad que tienen los pueblos para evidenciar sus formas de ver y vivir la violencia y la música como estrategia para su resignificación y formas de evasión, control y asumirla.

El hecho de reconocer a Colombia como un país pluriétnico, y desde allí empezar a que hubiese presencia del estado a poblaciones olvidadas, empezando por inversión en infraestructura que trascendió en una conciencia viva de las comunidades, en especial las afrocolombianas, obviamente ligado a esto una exclusión fruto de la violencia y la incursión de grupos armados, es decir por un lado se da un reconocimiento a dichas poblaciones pero se excluyen en la medida de la problemáticas que genera la incursión de otros grupos alternos al Estado para posicionarse y apropiarse del territorio, lo que incide en que ese afán de por una apropiación y expropiación del territorio de los pueblos nativos, tanto por parte del Estado como de otros grupos, se refleje en una resistencia social nativa en pro y lucha por su territorialidad y lo que ello encierra, en especial en lo relacionado con su identidad y arraigo por sus costumbres, sobre todo en relación con la música.

La exclusión y marginación que por siglos ha sufrido los pueblos afro, en la cual no solo desde su raza misma, incluyendo su música, que satanizada y vista como algo demoniaca, desde tiempos de colonización y desconocida y demeritada en tiempos contemporáneos ha sido en medio de todo el tenor para que el mismo pueblo se diera a la tarea de su develamiento, deconstrucción y posicionamiento como una forma y afrenta ante el conflicto, estas son formas de resistencia.

Y se habla de resistencia, ya que la música y bailes afrocolombianos se han venido enfrentando a un sin número de fenómenos, el de la satanización por vérsele como algo demoniaco, por lo que involucra música, baile con movimientos exagerados que se confunden con erotismo, gritos, lamentos, que para quienes no lo saben, existe una estrecha relación entre la música, la danza y las vivencias del pueblo que ven el estas formas de arte su manera de exteriorizar sus sentimientos y saberes, sin embargo, se lucha por que ante las exigencias del mercado se comercialice a través de fusiones que desdicen y van en contra de los orígenes propios de la cultura afro, y es que desde sus cantos se de una mirada a la realidades que sufren propios del conflicto. Por ende la importancia del festival y de la música misma como formas de apropiación y reconocimiento de una cultura atropellada por el olvido y aprovechada para su comercialización y beneficio de unos pocos, fenómenos por los cuales se debe continuar por su conocimiento y relectura diaria y apoyo para su reinvindicación como patrimonio cultural inmaterial.

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