Parcial I. Año I. Políticas Públicas

Ley de Alquileres. Comenzó el contrapunto entre inquilinos, propietarios e inmobiliarias en el Congreso.

En un principio, de acuerdo al título del artículo, podemos llegar a relacionarlo con la Modernidad Líquida, por la  de incertidumbre en los mercados, por la sensación de caos que llega a percibir la persona, el inquilino, que se siente nómade, sin una seguridad por el lugar donde se instalará en el futuro, sin tener a ciencia cierta la magnitud del tiempo que va a pertenecer al lugar donde vive, sin tener la seguridad de permanecer, de estar en el lugar del que se va sintiendo parte, al cual se ha integrado, formando relaciones con el otro. Creando su subjetividad.

Al no ser propietario, ve fluir su vida cambiando de sitios, renovando constantemente sus redes de contención. Todo esto condicionado a su capacidad de pago, pendiente de su capacidad económica y a la falta de compromiso mutuo, que con el transcurso de los cortos tiempos que corren, se transforma en provisorio. El inquilino debe vivir pendiente de los vaivenes de la economía actual, de las actualizaciones de valores que impone el mercado volátil, que lo hace sentirse dominado.

La flexibilización de los mercados no obliga a pautas estables y determinadas, y el Estado va perdiendo peso, se agota, y la responsabilidad recae sobre el individuo, quien ya no siente su apoyo, generándole inseguridad. Se ve impedido de tomar decisiones, por falta de estabilidad y por no sentirse representado.

Un problema real en nuestro país es la transferencia de inquilinos a propietarios, por falta de créditos las familias no llegan a concretar la propiedad de una vivienda.

“La democracia siempre ha estado limitada a las libertades individuales causantes de que la transmisión de la renta no sea siempre totalmente equitativa, sino que por el contrario, existe una diferenciación entre los méritos, los recursos y demás de la población”^[1].

El Estado busca equilibrar las posiciones, pero el mercado impone sus propias reglas. Las leyes son endebles e inseguras porque no perduran en el tiempo. En nuestro país el precio inicial del alquiler no está regulado, no se tiene en cuenta al otro, al individuo que puede ser sostén de una familia, que carga con toda la responsabilidad.

 “La relación entre democracia y globalización, muestra como la apertura económica genera riesgos a conflictos externos y por lo tanto a un clima de incertidumbre que solo el estado puede reducir, a través de gastos públicos y seguros sociales, que acompañen a políticas económicas”^[2].

Por otro lado encontramos a los propietarios y las empresas inmobiliarias que los representan.

Ellos expresan sus reclamos basándose en la falta de índices de precios a nivel nacional en el rubro. Los alquileres se ajustan semestralmente lo que conlleva a falta de pago. Las propiedades van perdiendo valor y no queda reflejado en lo económico. Viéndose perjudicado el propietario en esta situación.

A nivel judicial, político… la persona pierde autonomía y empoderamiento de las situaciones en concreto en las que parece que se le ofrecen continuamente capacidades decisorias.^[3]

Ante estos planteos, que muestran un panorama falto de visión, sin compromiso de parte de los estamentos de poder, y viendo cómo millones de habitantes están inmersos en la angustia de  no pertenecer, nos damos cuenta que la globalización incluye a unos pocos en su desarrollo, debilitando a la sociedad en su conjunto, provocando grandes diferencias estructurales.

Amartya Sen analiza el problema de desarrollo económico, proponiendo a su vez el cumplimiento de las libertades fundamentales del individuo, obligándose el Estado a satisfacer las necesidades y permitir el desarrollo integral. También plantea que el dinero es el que mueve la economía pero no tiene relación con la libertad de las personas, ya que existen millones que no cuentan con la posibilidad de tenerlo y se ven privadas de las necesidades básicas. En el caso que nos compete en este momento, una de esas necesidades básicas es la Vivienda.

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