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A continuación podrá disfrutar de una historia, aventura, drama, comedia y salvaje diversión, la autobiografía de Eric Hurtarte


Enviado por   •  9 de Marzo de 2018  •  Prácticas o problemas  •  2.861 Palabras (12 Páginas)  •  387 Visitas

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Introducción

A continuación podrá disfrutar de una historia, aventura, drama, comedia y salvaje diversión, la autobiografía de Eric Hurtarte.

Esta autobiografía es un inventario, definido como una relación de hechos, para encontrar lo que me sirve y lo deteriorado. El objetivo es identificar lo que tengo, para determinar, como, cuando y para que se fueron formando los rasgos de mi personalidad, mis fortalezas y debilidades. Con esto pretendo descubrir mi mas intima realidad.

Como administrador, trato de ver mi vida como un negocio, el negocio mas importante del mundo, el negocio de vivir bien.

Es importante encarar los hechos sin temor y con absoluta honestidad, para tomar conciencia de quien soy realmente, con que fortalezas cuento y que debilidades debo desechar. Con la claridad y la libertad que me regala el autoconocimiento me es mas fácil tener identidad para tomar decisiones, cambiar actitudes, ser consciente de que soy responsable de mi, nadie mas lo es. Así puedo vivir el día de hoy con la certeza de que mis éxitos y mis fracasos son míos y solo yo puedo cambiar mi realidad.

Además de estar basada en mis memorias, he recurrido a la técnica de la entrevista para asegurarme que los datos acá descritos sean reales y no producto de mi apercepción tendenciosa.


Antecedentes Familiares

Mi nombre es Eric Oswaldo Hurtarte López, nací el maravilloso 4 de enero de 1983, en la bella ciudad de La Antigua Guatemala. Soy un hombre de 1.73 mts. De altura, actualmente un poco fuera de forma, a lo que me gusta llamarle bien dado, galanote, bien alimentado. Soy un morenazo de ojos cafés con mirada honesta. Actualmente llevo el pelo largo, a veces lo dejo así, lo llamo estilo “tirado al abandono”. Normalmente después de ver hasta donde aguanto con el pelo largo me gusta dejarlo muy corto. Mis padres, Horacio, sigue siendo mi héroe hasta el día de hoy, y Juanita mi vieja, dueña del espíritu y el temple mas admirable que conozco. Tengo tres hermanitas. Gisela, Cristina y Paulina, todas menores que yo. Todos crecimos con mis padres. Cuando nací vivíamos en La Antigua. Aproximadamente cuando tenia 6 meses nos mudamos a casa de mis abuelos maternos, Isauro y Paulina, en Ciudad Vieja, con el fin de ahorrar dinero de rentas y usarlo en la construcción de nuestra casa ubicada en la calle Real de Alotenango. Mi abuelo materno Ignacio Isauro de oficio artesano carpintero y mi abuela Paulina que se dedicaba a dar amor. Mis abuelos paternos Horacio y Senobia ambos empresarios. Mi abuela tenia una tienda de productos básicos y donde se pagaba la luz en aquellos años. Mi abuelo tenia unos busitos para transporte de personas y camiones de transporte de mercaderías. También tenían unas finquitas de café, de las que aun queda en la familia la finca El Recuerdo. Horacio mi padre trabajo en la administración de rentas internas como auditor fiscal, y en su tiempo libre llevaba contabilidades a particulares y se dedicaba a la caficultura, muy rentable por aquellos tiempos. Mi madre trabajo de maestra de español en mis primeros años.

Mi abuela le dio un lote a Horacio para que construyera nuestra casa en Alotenango, mientras tanto vivíamos en Ciudad Vieja. Como al año y medio nos mudamos a nuestra nueva casa entre volcanes y un clima agradable. Era la casa mas bonita en todo Alotenango.

Mi abuelo Isauro era artesano carpintero, amaba su arte. Recuerdo el olor a madera en su ropa tan agradable. Era un poeta improvisado, le gustaba piropear patojas al calor de unos guaros. Mi abuela Paulina era el amor personificado. Me hacia muy feliz verla con su encantadora sonrisa detrás de esos lentes de culo de botella. Me iluminaba el día, no existe mejor persona que ella.

Mi abuelo Horacio estaba feliz si había bebido, y gruñón si no. Era la persona mas honesta que he conocido. Hacia y decía lo que quería, parecía no importarle el que dirán. Por ese viejo mi hijo se llama Horacio. Mi abuela Senovia aun con vida (parece que es inmortal) es una persona muy perfeccionista, tan detallista, tan minuciosa que no se le pasa nada. Es mi fuente de mil historias. Se acuerda de cada cosa , tiene apuntes de todo lo relacionado con dinero. La historia de su vida me 7 positivamente y cada que puedo la hago contármela.

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Infancia

Viví en una casa grande, me gusto tanto y me arraigue tanto que no he querido irme, aunque ahora solo me queda un apartamento en la parte de atrás. De niño jugué de todo, empezando por el futbol en frente de mi casa a media calle, también escondite, tenta, trompo, tipaches, cincos, guerritas entre los matorrales de los sitios de las casas vecinas, base ball en el atrio de la iglesia, al papa y la mamá con las primas de mis amigos, al doctor, a descubrir el mundo en bici, entre las rondas de los cafetales, cazar sapos y lagartijas, trepar arboles y comer jocotes. Recuerdo mucho a mi nana Juana que nos cuidaba y aun lo hace. Mis padres salían temprano a trabajar y regresaban tarde algo que me resintió un poco en mi adolescencia. Estuve enfermo de las vías respiratorias y nana Juana me llevaba y traía del medico. Ya se me moría un par de veces cuenta. Comíamos bien, lo normal. Mi primer mascota Oso. Un rottweiler enorme, precioso, lo ame. Se perdió y llore como una semana que parecía que seria una vida. Luego llegó Fany una bull terrier muy linda, duro poco, la mato un carro. Y por ultimo Pitufo, un samoyedo que fue más parte de la familia. Un trabajador de la casa decía “ese chucho como que si es gente”. Tenia permitido subirse donde quisiera, a veces cuando desayunaba servía un plato de cereal para que Pitufo comiera conmigo en la mesa de centro de la sala. Lo utilizaba de almohada. Lo mato un veterinario y le cogí odio a los veterinarios.

Todos los fines de semana en mi familia eran de paseo, siempre con alguien distinto, amigos de mi papa, del trabajo, de encuentros matrimoniales, primos.

Los domingos a almorzar a Ciudad Vieja. Navidades con toda la familia en casa de mama Nova. Para los cumpleaños siempre estaba toda la familia.

Una vez salimos todos los primos sin avisar era el cumpleaños mío y de Titi. Decidimos ir al rio guacalate y jugar a tirar piedras grandes e intentar mojar a los demás. Mi primo Titi para no mojar sus zapatos nuevos se los quito y los dejo en unas piedras, cuando se nos hizo tarde y decidimos regresar hacia falta un zapato de Titi, se lo llevó el rio. El se puso a llorar aterrado por la cinchaceada que le esperaba, se negaba a regresar y no lo podíamos convencer. Como a las 22:00 por fin decidimos regresar y todo el mundo vuelto loco. Al vernos llegar comenzó el interrogatorio, se desato el llanto de las tías mas sensibles. Titi escondido hasta atrás con un solo zapato. Cuando se disperso el barullo y se dieron cuenta, la mayoría rio a carcajadas menos tío Juan, lo tenia sentenciado. Los demás intentando convencerlo de que no era para tanto. Mi papá ofreciendo comprarle otro par en ese mismo momento para que no me pegaran. Hasta que intervino papa Lacho ya con unos tragos “si tocas al muchichito, te mato”  y todo el mundo rio a carcajadas. Con mis hermanas no jugué mucho. Peleaba mucho con Gisela. Yo mandaba todo. La tele, los lugares, que, como, donde y cuando, era un tirano, un dictador. Fui el más travieso  y mi hermana Gisela la más aplicada. Era el consentido de papá y al que mas regañaba mamá.

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