ALEJO DURAN
alekos1335 de Septiembre de 2012
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DURAN DIAZ GILBERTO ALEJANDRO
El rey Negro del Acordeón
Alejo Duran
El 9 de febrero de 1919 en la tropical tierra del Cesar, nació uno de los Gestores de los temas de mayor trascendencia de la cultura musical del país. Heredero de artistas, pues su padre Náfer Donato Durán Mojica interpretaba el acordeón, su madre Juana Francisca Diaz Villareal, era cantante de parrandas y su abuelo Juan Bautista Dúran Pretelt, se destacó como gaitero de reconocida trascendencia.
Sus primeras tonadas las interpreto en la caja, violina y guacharaca. Al acordeón logró sacarle improvisadas y alegres melodías gracias a la buena instrucción de los maestros Octavio Mendoza (el negro Mendo) y Víctor Julio Silva. Tiempo después junto con sus hermanos Nafer y Luis Felipe organizó un grupo musical, con quienes hizo presentaciones en las reuniones programadas en diferentes poblaciones, logrando así poco a poco consolidarse como uno de los realizadores de parrandas inmemoriales.
En 1943 creó y dio a conocer su primera obra “Las Cosas” y en 1949 acompañado por Agustín Cudre y Daniel Barraza logro la aceptación calurosa de la gente con el tema de su autoria “Entusiasmo a las Mujeres”, en el teatro Atenas de Mompox.
Llegó al mercado nacional al grabar su primer disco en la ciudad de Barranquilla, el cual fue registrado bajo el nombre de “El Conjunto de Los Tres Duranes”. Al transcurrir el tiempo con sus obras en ritmos de Puyas, Porros, Cumbias y Paseo como “El Cero Treinta y Nueve”, “La Perra”, entre otras se fue consagrado como el Rey Negro del Acordeón, cuyos temas fueron prensadas por Fuentes, Curro, Silver, C.B.S y Tropical.
Su imagen y talento se consagró a un más en la tarima “Fracisco El Hombre” el 30 de abril de 1968, cuando fue declarado Primer Rey Vallenato, en el Festival de la Leyenda Vallenata. Así mismo le fue galardonado con medalla en los Juegos Olímpicos de México, cuando participo en representación de Colombia en el Encuentro Mundial de Folclor.
La música de Alejo Duran expresa el gran sentimiento que sentía hacia la mujer, sus creaciones e interpretaciones en honor a ellas: Fidelina, Alicia Adorada, Evangelina, Elvira, Reyita, Candy, Maruja, Cata, Angela, Cornelia, La Niña Guillo, Mayito, Cholita, entre muchas más nos hablan de la mujer como un gran motivo de inspiración.
Así mismo logro entrelazar en más de 500 obras, los rasgos de su pueblo, sus sentimientos, lamentos y expresiones de “�Ombe!”, “�Apa!”, “�Sabroso!”, “�Aaay!”, con las alegres notas musicales, temas como: Guepaje, Pobrecito Corazón, Altos del Rosario, Los Campanales, La Primavera, La Cachucha Bacana, Este Pobre Corazón, El Bautismo, El Compromiso, Los Lentes, La Puya Vallenata, Mi Folclor, Carmencita, Besito Cortao, Antioqueña, A dónde estará Durán, El Adivino, A mi Pueblo, Qué tienen las mujeres, Las Viejas no me quieren, La Mujer hay que Tararlas, Ceja Encontrada, entre muchas otras, inmortalizan día a día la grandeza del maestro Alejo Duran.
El Mito y el Hombre
Varios años después de su muerte, más de un transeúnte que pasa por Planeta Rica, en noches de vela, y sin que tenga noticias de parranda alguna, asegura ver al negro Alejo, rompiendo el silencio y la oscuridad con las notas sentidas de su acordeón.
Hace milagros! Dicen unos; otros aseguran que concede peticiones y que más de uno ha solucionado su problema económico pidiéndole a Alejo. El más pícaro afirma que invocándolo le ayuda a conseguir mujeres. Lo cierto es que su tumba es visitada continuamente y mucha gente se detiene en el cementerio a elevar una plegaria o a pedirle un favor... Allí le dejan presentes, flores, monedas y le encienden velas en señal de veneración, respeto y cariño.
Sus amigos siguen celebrando el 9 de Febrero - fecha del aniversario de su nacimiento - en su compañía. Se reúnen, prenden los equipos de sonido, toman trago y festejan... con Alejo presente.
La magia de estos hechos de profundo contenido espiritual, nos permite entender la identificación de un pueblo con el lenguaje que propago a través de su música. Es el mito vigente en sus actos, en sus vivencias y el que les alegra el espíritu cuando los motivos son para celebrar.
Ya no sólo escuchan al hombre cantando, es el hombre y el mito fundidos en un solo ser ultradimensional, el que les ayuda a que se cumplan los deseos, se satisfagan los gustos, se sosieguen las ansias, las nostalgias, los quereres...
Es a través de la fuerza de los mensajes contenidos en sus cantos como discurren los lamentos, la picardía, los amores y las ganas de vivir...Entonces la existencia tiene validez y las cosas adquieren su razón de ser.
Por eso el viajero y el trashumante se identifican con sus corredurías, con la forma de vida que el Negro tuvo; el mujeriego tiene un espejo donde mirarse y con su ego dilapidado busca y rebusca nuevos quereres; el vaquero sinuano, el coleador llanero y el ancestral enlazador del magdalena Grande, siguen con sus cantos arreando reses y sacando trapazos a los novillos.
En Corozal un matarife que cargaba el disco debajo del brazo, se arruino escuchando, sin descanso durante un mes "La cachucha bacana"; en Lorica, un bohemio desconsolado tomo trago una semana, en una cantina, al pie de un traganíquel colocando solo a " Fidelina", el paseo que identificaba sus pesares y su despecho. En un pueblo de Magdalena, una mujer le recomendó a Alejo Durán, que no se enfrentara a Alejandro Durán, "porque a ese hombre tocando acordeón no había quien le ganara".
Alejandro Duran no bebía ron. Su decisión de no beber trago fue siempre respetada. Para los no bebedores el Negro fue un paradigma; eso, de por sí, lo colocaba por encima de los demas en la parranda. Muchos interrogantes se tejieron buscando la razón de porque, siendo músico, animador de fiestas, y mujeriego hasta la saciedad, el hombre no tomaba. En la intimidad una mujer complacida le dijo en una ocasión: "¡Alejo, emborráchate para que me digas que me quieres, aunque sea de mentira!". Él por su parte alegaba que era abstemio porque había presenciado escenas familiares muy cercanas, donde los hombres borrachos maltrataban a las mujeres. Tomás Caballero Corvacho cuanta que Alejo le confesó la razón por la que había dejado de tomar trago "... En una parranda, en sus años mozos, se emborrachó y perdió el rumbo; entonces levantó a trompadas a su mejor amigo de esa época; con su descomunal fuerza de vaquero le causo serias lesiones personales, hecho que le preocupó mucho. A raíz de este incidente no volvió a beber, promesa que cumplió hasta el día de su muerte". El mito guarda la pureza del hombre, de su alma y de su corazón.
En Alejo el narrador, esta la memoria de una gran porción de nuestro territorio - la costa atlántica - y a través de sus canciones, la explicación histórica y sentimental se llena de magia y encanto. "Alicia" es un lamento, - hay que lamentarla - decía, y así lo hizo. De tal fuerza que cuando los hombres sufren intensos dolores de cariño, se acompañan de buen ron y de la apesadumbrada nota de Alejandro Duran.
"En asunto de mujeres yo tengo una ley muy bien aprendida: yo quiero a la que me quiere y olvido a la que me olvida". ¡Eso es verdad! Entonces el juglar traza normas, establece leyes, condiciona situaciones, y las acciones de los hombres encuentran una explicación a partir de lo que dijo en sus composiciones o en lo que interpreto, sin importar que la pieza musical fuera de otro; él le ponía su sabor, su exquisitez, su propio fuego...
El filósofo Antonio Mercado Flórez, planeta que el autoconocimiento de estos pueblos proviene del desciframiento de su existencia, esto es, la relación del hombre con el mundo, del hombre con el otro hombre, del hombre con su interioridad y del hombre con Dios. Esa es la esencia del mito.
Es en esta relación donde las canciones que Alejandro Duran interpreta se convierten en identificadoras de los sentimientos individuales y colectivos, y la gente siente que los elementos que él portaba potenciaban sus símbolos de identidad. El sombrero vueltiao que usaba - y que no quería que lo fotografiaran si él - adquirió otra dimensión sobre su cabeza. Esto hizo que la gente se preguntara de donde venia. Fue entonces cuando se difundió que era del Sinú, y que la comunidad Zenú lo había inventado con elementos de cestería parta cubrirse de los soles caniculares del ardiente trópico.
El acordeón en sus manos fue más grande: parecía que tenia más aporte y categoría; el Festival de la Leyenda Vallenata arrancó en 1968 con Alejo como primer Rey y para Consuelo Araújonoguera esto fue un signo importante que determino la buena estrella que siempre ha tenido el certamen. Así como el rey Midas convertía en oro las cosas que tocaba canciones para cambiar el oro por los sentimientos y contribuir con ello a descifrar la existencia.
Juan Gossain sostiene que Alejo no era el mejor acordeonero de su época, que su magia, lo que lo convertía en una leyenda cuando todavía estaba vivo, lo que lo hacia insuperable, era su alma, el cariño que le ponía a la canción (1) Y a esto hay que agregarle todavía mas: su don de gentes, el mensaje que transmitía, la manera sencilla de comunicarse, su permanencia en la amistad, la seriedad de su palabra empeñada, todo lo cual, en su conjunto, hacia de él una persona admirable.
Valencia Salgado afirma que esa
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