Biografía Frida Khalo

Frida Khalo

(1910-1954)

Artista extraordinaria que dedico por completo su vida a la pintura, actividad que le ayudo a sobrellevar una existencia en la que la desgracia y el dolor, la pasión y el sufrimiento de erigieron en indiscutibles protagonistas.

Autora de una obra básicamente autobiográfica, sus autorretratos: desolados, exhibicionistas, agresivos, impúdicos y sensuales

No es seguro el año de su nacimiento, pues aunque algunos biógrafos lo sitúan en Coyoacán, Distrito Federal, en 1907, la leyenda, alimentada por una coquetería adolescente de la propia Frida, en sus tiempos de la Escuela Preparatoria Nacional, hace referencia a 1910, Sí están de acuerdo, como es lógico, sus biógrafos en la fecha de su muerte, que se produjo el 13 de julio de 1954.

Frida fue la más vivaz e inconformista de las hermanas Kahlo, aunque la mayor, Matilde, se fugara de casa a los quince años para vivir con su compañero, lo que provocó un no pequeño escándalo familiar. En 1922, Frida ingresó en la Escuela Nacional Preparatoria con la intención de encauzar sus estudios hacia la medicina. Allí conoció a su primer amor: Alejandro Gómez Arias, el más brillante de su grupo estudiantil, y se distinguió por su afición a preparar y llevar a cabo distintas bromas y jugarretas.

A los dieciséis años de edad sufrió un terrible accidente de circulación que, como ella misma definió en su diario: Me partió el cuerpo y la vida en dos.

El autobús en el que viajaba fue arrollado por un tren, los médicos no sabían si Frida podría llegar con vida al día siguiente.

El primer diagnóstico serio de sus heridas no se estableció hasta transcurrido un mes desde que se produjo el suceso: Fractura de la tercera y cuarta vértebras lumbares, tres fractura de la pelvis, once fracturas en el pie derecho, luxación del codo izquierdo, herida profunda en el abdomen producida por una barra de hierro que entró en la cadera izquierda y salió por el sexo.

Durante este periodo su hermana mayor, Matilde, cuyos avatares sentimentales la habían alejado, como se ha dicho antes, de la familia, estuvo sin embargo en todo momento junto al lecho de la muchacha, que se debatía entre la vida y la muerte.

A partir de entonces, su vida se convirtió en un casi insoportable calvario de sufrimientos, estancias en hospitales e intervenciones quirúrgicas; su larga convalencia fue lenta y dolorosa, pues, al dolor de las heridas y fracturas, los médicos añadieron la incomodidad de unos apretados corsés de yeso que la mantenían constantemente en cama y le supusieron una tortura suplementaria.

Viendo cómo se consumía su hija, Matilde Calderón tuvo la idea de incorporar un dosel a la cama, en cuyo techo instaló un espejo; de este modo, cada vez que levantaba la vista, Frida podía ver su cuerpo postrado pero, lejos de abatirse, aquello la alentó a adentrarse en una nueva aventura: se pintaría a sí misma, reflejaría en los lienzos el inmenso dolor que padecía.

Y seguía pensando en Alejandro, quien regresó a México en 1927. Frida se encontraba casi restablecida pero le esperaba un nuevo golpe: Alejandro le anunció que se casaba con una amiga común, Esperanza Ordoñez, y aquello significó para la joven pintora trabar conocimiento con una forma de dolor que le era, todavía desconocida. Tras la tortura física llegaba el sufrimiento moral y, con él, el fin de la adolescencia.

En 1928 conoció a Julio Antonio Mella, célebre militante comunista cubano en el exilio. Editor, periodista, revolucionario convencido y apasionado, ejerció una notable influencia en Frida, que se afilió también al partido Comunista y participó

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