ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

De broglie


Enviado por   •  4 de Agosto de 2015  •  Biografías  •  1.642 Palabras (7 Páginas)  •  233 Visitas

Página 1 de 7

El conejito travieso

     Mamá coneja vivía con sus cuatro hijitos en las orillas de un hermoso bosque; tenían su casita bajo un pino.  Los conejitos se llamaban: Pelusina, Orejón, Rabito y Juanito.

     Un día los llamó a los cuatro y les dijo:

  • Yo tengo que ir al pueblo a hacer unas compras. Vosotros podéis ir a jugar al bosque. Pero cuidado con acercaros a la huerta de Don Pascual, que es el enemigo de los conejos.  Espero que no hagáis travesuras.

     Y Mamá Coneja tomó su sombrilla y una canasta, besó a sus conejitos y partió para el almacén.

     Juanito era el más travieso de los hermanitos. Y un poquito desobediente. A penas se fue la mamá, los otros tres se pusieron a jugar en el camino y a juntar frutillas.  Pero Juanito… ¿Qué hizo Juanito? Pues se fue a la huerta de Don Pascual, y se metió en ella por debajo del cerco.

     Allí había de todo.  Ricas lechugas, sabrosos rabanitos, legumbres de todas clases… Pero cuando Juanito estaba en lo mejor de su banquete, sintió un ruido.  Levantó los ojos y se encontró frente mismo a Don Pascual.

     Por suerte, Don Pascual estaba muy ocupado plantando unos repollitos y no lo vio.

     Pero Juanito se movió, y Don Pascual levantó la cabeza.  ¡Pobre conejito travieso! Don Pascual tomó el rastrillo y empezó a correrlo gritándole:

  • ¡Ladrón, yo te voy a enseñar a robarme mis verduras!

     Juanito no le escuchaba.  Corría y corría por toda la huerta, sin poder dar con la salida.  En la carrera perdió un zapatito entre los repollos, pero, por supuesto no se detuvo a buscarlo.

     El susto le hacía correr cada vez más ligero y así se alejaba rápidamente de Don Pascual que, como ya estaba un poco viejo, se cansaba de correr.

     El conejito no tuvo suerte, sin embargo. Porque cuando ya estaba a punto de salvarse, cuando ya Don Pascual no podía alcanzarlo, se enredó en las espinas de una zarza.

     Ya no pudo correr más; y entonces Juanito se puso a llorar desconsoladamente. Dos pollitos se le acercaron.

  • Cálmate, Juanito - le dijeron -.  Ya veremos la manera de ayudarte.

     Pero era demasiado tarde. Don Pascual se acercaba ya con una red para atrapar al conejo. Juanito hizo un sacrificio: dejó entre las zarzas su saquito nuevo, y se escapó así entre las manos de su perseguidor.

     Claro está que todavía corría peligro.  Tenía que esconderse en seguida.  Pero ¿adónde? En eso estaba, cuando vio el galpón de las herramientas.  Esa era su salvación.

     Corrió otra vez a todo o que daban sus piernas, entró en el galpón, y de un salto se escondió dentro de una regadera.  En seguida volvió a asomar la cabecita, sacudió las largas orejas y dijo:

  • Este sería un buen lugar para quedarse escondido, siempre que no estuviera lleno de agua…

Pero de cualquier modo, tuvo que esconderse de nuevo en la regadera, porque Don Pascual entró en el galpón.

     El viejo jardinero estaba seguro de que el conejo Juanito se había metido en el galpón.  Y con gran cuidado, empezó a buscarlo por todas partes.  Quizá no lo hubiera encontrado, quizá sí. Pero de pronto, Juanito hizo “¡Atchum!”, y su estornudo lo descubrió.

  • Te atrapé, pícaro conejo! – gritó Don Pascual.

     Pero Juanito, rápidamente, salió de la regadera y saltó por la ventana. ¡Pam! ¡Pum! Dos macetas cayeron al suelo al saltar el conejo, pero Juanito siguió sin volver la cabeza.  Como Don Pascual no cabía por la ventana, y además estaba muy cansado, lo dejó escapar.

     Al ver que no lo seguían, Juanito se sentó a descansar.  El pobrecito tenía frío, porque estaba todo mojado; y además, tenía miedo, porque no conocía el camino para salir, y se puso a llorar.

     En ese momento pasó un ratoncito.

  • Querido Ratón – dijo Juanito - ¿Cómo saldré de acá?

     Pero el ratoncito tenía la boca llena y no le pudo contestar.  Siguió caminando y se metió en su cueva sin decir nada.  Juanito lloró otro poquito, pero como nadie le escuchaba, se secó los ojos y empezó a andar de nuevo, mirando cuidadosamente a un lado y otro.

     El conejito pensaba que alguna vez llegaría al cerco y podría escapar.  Pero de pronto se detuvo asustado.  Había sentido un ruido, muy cerca, pero no podía ver nada a causa de las plantas.  Se trepó a una carretilla que había en un cantero, y miró para todos lados.

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (8.7 Kb)   pdf (179.7 Kb)   docx (426.3 Kb)  
Leer 6 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com